Este cuadro lo pintó, cuando su amor, su amante, su amigo, su eterno compañero de borrachera decidió suicidarse en Tanger bebiendose a los niños y a todo el desierto.
La belleza del cuadro es espectacular, su hermosura recuerda al Cañon del Colorado.
Un tríptico, Bacon ha utilizado un soporte medieval, donde se plasmaba una narración bíblica a los siervos, la narración del miserable nacimiento del feto de Dios y su muerte, aun peor, traicionado por los hombres.
Bacon no utiliza el tríptico a la manera de un tebeo, como si fuesen tres viñetas, sino que lo hace como si fuese el invento de Abel Gance en "Napoleon", las narraciones transcurren a la vez y lo que hace el tríptico es encerrarnos en la historia, meternos en la jaula.
El monstruo tirado y reventado en la cama es un ser humano, como un monstruo de feria expuesto a la ignorancia y la maldad de los miserables, de esos mismos hombres que crucificaron a Cristo (y compraron todos sus cuadros, hasta su vómito compraron), su cara recuerda, no a ningun personaje del Guernica, sino a una de "Las señoritas de Avignon", a la que tenía puesta la máscara negra, de alguien que venía del "corazón de las tinieblas", donde el hombre es hombre, porque no tiene que reprimirse y su primigenia alma de fiera es libre.
Bacon no es expresionista, eso dice la gentuza que compra sus cuadros, Bacon es absolutamente realista, su ídolo es Velazquez (por eso viajaba todos los años al Museo del Prado, donde murió) y todo lo que pinta es la puta realidad, ese sitio en el que vivimos y morimos, el lo dota del rojo para asemejar iconograficamente a ese infierno medieval del fin del mundo,está claro que el fin del mundo es esto, esa cama en soledad, o tal vez en compañía, esa cama donde vivimos como morimos, solos, sin destino, sólo descomposición.
Me imagino que Bacon donde quiera que esté debe reírse de todas las divagaciones que se hacen de su obra, porque creo que eso le daba igual, él pintaba tal cual sentía, tal cómo era.
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