martes, 27 de agosto de 2013

Tanto tiempo recto, largo y estrecho
















Tanto tiempo recto, largo y estrecho.
Si, acabado, como el ladrido de un zorro
Como un beso de los tuyos
como un polvo en la playa con tu chocho lleno de arena
Y todas esas malditas cosas,
esas cosas que no me dices,
que no me haces.
Que me haces sentir cuando no me hablas
cuando tan solo no me miras
Y luego al despertar solo tengo la almohada
Otras noches me levanto antes o no se cuando me acuesto,
tal vez no tengo oídos ni voz, ni carne, ni esperma,
tan solo eso que no me das,
recuerdos que no tuvimos,
y sueños que jamás tendremos.


jueves, 15 de agosto de 2013

Drácula de Bram Stoker














En 1897 Bram Stoker (1847-1912) publica en Londres, Drácula, el mismo año que Rudyar Kiping (1865-1936) escribía su poema El vampiro inspirado en un cuadro de igual nombre y fecha de Philip Burne-Jones (1861-1926). El escritor irlandés había sido el crítico literario del Dublín Evening Mail, periódico propiedad de uno de los más grandes escritores de cuentos de terror, Sheridan Le Fanu, que ya en 1872 se había anticipado a Drácula con Carmilla, una vampira lésbica (llevada al cine por Dreyer como Vampyr en 1932).


Pocos días antes de publicar la novela, para asegurarse los derechos de autor, Bram Stoker dirigió una lectura de la obra con un grupo de actores en el teatro que dirigía, el Lyceum Theatre de Londres. Así en 1922 cuando Murnau quiere adaptar al cine la novela se encuentra con la negativa de la viuda y albacea literario de Stoker. El genio alemán, cambia los nombres de los personajes y las ciudades y el título de la obra, que bautiza como Nosferatu, de todas maneras, Florence Balcombe, la mujer que había dado calabazas a Oscar Wilde para casarse con Bram Stoker, demandó a la productora alemana por infracción de los derechos de autor. Ganó el juicio tres años después, llevando a la quiebra a la empresa teutona y ordenando el tribunal la destrucción de todas las copias de Nosferatu, pero la película ya había sido distribuida por todo el mundo y algunas cintas permanecieron ocultas hasta la muerte de Florence (1858-1937).


Drácula es adaptada, bajo la supervisión de la viuda, para el teatro en 1924 y es estrenada con gran éxito en Londres y tres años después en Broadway, siendo el conde Drácula encarnado por un actor nacido en Transilvania, Bega Lugosi. Tras permanecer un año en cartel en Nueva York y dos años de gira por todo Estados Unidos, rompiendo todos los records de taquilla en la historia del teatro norteamericano, la obra es llevada a la gran pantalla   por Tod Browning para la Universal, donde la aparición en escena de Lugosi crea el icono de un Drácula aristocrático y seductor. Algo que no hubiese sucedido de nos ser por la muerte, antes de empezar el rodaje, de Lon Chaey, El hombre de las mil caras, Cuasimodo, El fantasma de la opera o El hombre lobo; el elegido por Browning habría creado un personaje más cercano al Nosferatu de Max Schreck.

martes, 13 de agosto de 2013

El vampiro




















Rudyard Kipling (1865-1936), el bardo del Imperio Británico, escribe los versos de El vampiro en 1897, el mismo año en que Bram Stoker (1847-1898) publica el paradigma del género, Drácula. Dice que ha sido inspirado en el cuadro que Philip Burne-Jones (1861-1926) acaba de pintar a su amada, la actriz de moda en Londres, Patrick Campbell. El exitoso pintor era hijo del reconocido artista inglés, Sir Edgard Colley Burne-Jones (1833-1898), uno de los creadores de la Hermandad Prerrafaelita, un movimiento artístico que bajo la influencia del Romanticismo, defiende la libertad del pintor y una vuelta a la Edad Media, donde los valores espirituales tenían más fuerza que una mera representación realista de la naturaleza, enfrentado su idealismo al materialismo realista del impresionismo francés.
El vampiro, Rudyard Kipling

Un idiota había que rezaba
(igual que tú y yo)
a un trapo y a un hueso y a un mechón de pelo
(le llamábamos la mujer despreocupada)
pero el idiota te llamaba su dama perfecta-
(igual que tú y yo)

Oh, los años perdidos, las lágrimas perdidas
y el trabajo de nuestra cabeza y mano
pertenece a la mujer que no sabía
(ahora sabemos que no podía nunca saber)
y no comprendíamos.

Un idiota había que sus bienes gastaba
(igual que tú y yo)
honor, fe, una tentativa segura
(y no sólo era eso lo que la señora quería decir)
pero un idiota debe seguir su instinto natural
(igual que tú y yo)

Oh, el trabajo perdido, los tesoros perdidos
y las mejores cosas planeadas
pertenecen a la mujer que no sabía por qué
(ahora sabemos que no sabía nunca por qué)
y no comprendíamos.

El idiota reducido fue a su pellejo idiota
(igual que tú y yo)
lo que puede ella haber visto que le dejó de lado-
(pero no recuerda nadie cuando la dama lo intentó)
así algunos de ellos vivieron, la mayoría han muerto
(igual que tú y yo)

Y no es la vergüenza ni la culpa
que hiere como un tizón al rojo-
se llega a saber que ella nunca supo por qué
(viendo, al fin, que no pudo nunca saber por qué)
y nunca pudimos comprender.




Theda Bara (1885-1955) llegó a Los Ángeles en 1914, y empezó a trabajar como extra hasta que la mujer de William Fox decidió apostar por ella a pesar de su edad (treinta años eran demasiados años para una estrella).
La que eligieron para que fuese su primera película, había sido un éxito en Brodway y el mismo escritor, Porter Emerson Browne, la había convertido en novela en 1909. Su título de A fool there was (Fue un tonto) lo había sacado del primer verso de The  vampire, el poema de Kipling.
La vampiresa era un ser un humano, ya no un demonio pero aún así la historia rebosaba dramatismo.
Por primera vez se utiliza la palabra "vamp", el apócope de “vampire” es una palabra que define no solo al monstruo, sino a cierto tipo de mujeres, la “femme fatale”, la mujer fatal que enamora y destruye. Theda será el rostro que encarne este nuevo arquetipo.
Al final de Fue un tonto, él se arrastra al borde del suicidio, ella se acerca y le habla al oído: "Kiss me, my fool…"
Theodosia Goodman pasará a ser Theda Bara, el anagrama del término "Arab Death", la "Muerte Árabe". La mujer de Illinois fue alojada en suites de hotel convertidas en jaimas donde seducía a los periodistas mientras engordaba la leyenda.
"La más célebre de las vampiresas, en el papel más osado, provoca la ruina y toda clase de desastres a miles de hombres". Ese era el cartel de la pelicula. Fue la primera estrella del firmamento de Hollywood, el primer monstruo parido de su laboratorio, la hija de una bohemia artista francesa enamorada de un jeque árabe.
En 1915 apareció en seis películas, obtuvo el éxito mundial con Carmen y dos años después creo un nuevo icono en la historia del cine, el personaje de Cleopatra.

lunes, 5 de agosto de 2013

No hay olvido

















foto X-C


Una mañana apareció este poema de Neruda entre los comentarios anónimos del blog, fue hace unos meses, y es un poema brutal que sin duda rezuma lluvia de piedras:

Si me preguntáis, en dónde he estado
debo decir "Sucede".
Debo de hablar del suelo que oscurecen las piedras,
del río que durando se destruye:
no sé sino las cosas que los pájaros pierden,
el mar dejado atrás, o mi hermana llorando.
Por qué tantas regiones, por qué un día
se junta con un día? Por qué una negra noche
se acumula en la boca? Por qué muertos?
Si me preguntáis de dónde vengo, tengo que conversar
con cosas rotas,
con utensilios demasiado amargos,
con grandes bestias a menudo podridas
y con mi acongojado corazón.
No son recuerdos los que se han cruzado
ni es la paloma amarillenta que duerme en el olvido,
sino caras con lágrimas,
dedos en la garganta,
y lo que se desploma de las hojas:
la oscuridad de un día transcurrido,
de un día alimentado con nuestra triste sangre.
He aquí violetas, golondrinas,
todo cuanto nos gusta y parece
las dulces tarjetas de larga cola
por donde se pasean el tiempo y la dulzura.
Pero no penetremos más allá de esos dientes,
no mordamos las cáscaras que el silencio acumula,
porque no sé qué contestar:
hay tantos muertos,
y tantos malecones que el sol rojo partía
y tantas cabezas que golpean los buques,
y tantas cosas que quiero olvidar.

Le di vueltas al poema buscando su significado, algo más que la desoladora sensación que me causó, y fui leyendo y fui intentado comprender.
No hay olvido forma parte de la Segunda Residencia en la Tierra, escrito por Neruda entre 1931 y 1935.
El hombre que se planta delante de la vida y dice Yo, sabiendo que más allá de la vida está la muerte y que por tanto vivir es morir: "Sucede". De esta manera sólo importa el presente, el pasado ya no es vida y el será no es; aún así duele lo hecho y lo que no va a ser, el camino estará marcado por lo vivido.
El drama del poema es como consigue transmitirnos la temporalidad de la existencia, la realidad del fin. Pero no invita a la renuncia, si a la renuncia de otros pero no a la nuestra, el cerco de la muerte nos obliga al Yo, ya que la agonía es propia, es sola. Y así nos vamos perdiendo por el camino, renunciando, abandonando cosas en búsqueda de ese secreto final, y con cada perdida se corrompe el corazón, se engrandece la muerte, ya que andar es morir.
El dolor como algo presente y no abstracto, la pudrición y la amargura a que nos somete la vida, nuestro acongojado corazón que ve como se pierde su sangre. No es el pasado sino el ahogo del presente lo que nos anega, las hojas que caen del árbol, los días, los años…

También el tiempo nos da alegrías, todo cuanto nos gusta y aparece en las dulces tarjetas de larga cola, cosas bellas, pero sólo apariencia, mascara para distraernos de la angustia, para mostrarnos lo cotidiano como dulce; sólo la manzana dentro de la que está el veneno, la muerte, y tantas cosas que quiero olvidar.


viernes, 2 de agosto de 2013

Saint Lizier























foto Natalia Pastor


Salí del banco dando traspiés  siempre al límite, estos últimos meses habían triplicado el agujero, cada vez me era más difícil librar. Bajé despacio, como pisando huevos, las avenidas con nombres de generales y no pude reprimir la curiosidad, me acerqué a la galería del centro, sabía que en verano siempre hacían una muestra como resumen de la temporada. Era la una y media, estaba cerrado, la vieja ciudad seguía intentando mantener los horarios cardenalicios. Pegué la cara al escaparate para poder ver mejor, porque hacía mucho sol y ¡Joder! Ahí, a la izquierda, en la pared más cercana a la ventana se mostraba una foto en blanco y negro, una foto en blanco y negro que parecía una de las vidrieras de una catedral gótica. La fotografía de Natalia Pastor, era tan limpia como una puñalada y me deslumbró, la verdad es que me estremecí (y eso que la veía desde la calle) y pensé en como es posible hacer una foto tan buena, y sobre todo, en como es posible que una imagen como esa, algo que podía ver como si fuese la lámina de un libro arte, en cambio, me transmitiese tanta emoción. 
El sitio, mal hallado, como la instantánea de un recuerdo, era un lugar donde ya había estado; los grises del suelo y los ventanales me recordaban todo lo que él me había contado. Había conseguido escapar en la guerra, salió en el último barco. Siempre había intentando luchar bien, mató todo lo que pudo. Primero estuvo en las playas, cuando ya no aguantó el hambre se apuntó en la Legión Extranjera; mató alemanes como no pudo matar españoles. Entró en París a bordo de un tanque, pero no pudo volver a casa. Se acostó con aquellas mujeres moras de cejas negras y voz metálica. Tomó vinos por Montparnasse como si fuesen chatos en la tasca del pueblo. Se fue con Marie, luego se acabó el dinero. Era complicado acostumbrarse a la vida, ya no había tiros ni explosiones. Marie murió, el dinero no fue bastante. Un día se fue, no supe más. Encontré a Rose en un café, como el de aquella película en la que el camarero tenía grandes bigotes y Shirley MacLaine estaba verde y más guapa que nunca. Después vino Odile y Berta y Rachel. Paseaba por aquel país extraño recordando el humo, los disparos, los muslos de aquellas mujeres tristes. 
Era mi abuelo en aquel sanatorio en Francia, cuando vi la fotografía sentí a mi abuelo como si me hubiese tragado el mar. Él me había contado la carta que le había mandado a Marina, su prima, en el pueblo. Apenas les había dado tiempo a ir a la escuela. La pelea con las mulas y ayudar a su madre en la escombrera a recoger piedras de carbón. Quería mucho a Marina, la verdad es que era la única chica que conocía. El tiempo libre era muy poco, siempre a la salida de misa o entre los padres. El pueblo era tan pequeño, pero siempre, no se porque, estaba lleno de gente. El capataz nos ordenaba para entrar en la Iglesia, nos decía donde nos teníamos que sentar, aunque a mí siempre me tocaba quedarme de pie. Cuando estaba en el frente, en primera línea, como delante de la Fábrica de armas, siempre me acordaba de ella, habíamos bajado juntos a la feria de la Ascensión y le hicieron una foto que puse en el reloj. No tenía miedo a la guerra, era más fácil que cazar jabalíes  acerrojaba el máuser y disparaba contra los que venían enfrente. Corrió a toda prisa, cruzó el Sella y un barco lo llevó a Francia. Siguió la guerra hasta llegar a París. Mi padre me lo dijo, se que cuando fue mayor pasó los años en una sala grande y silenciosa como la nave de una catedral. Allí lo fui a recoger, a mi abuelo, enterrado en Francia.