foto Florence Vaisberg |
La doctora Pilar Saiz, del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo intenta explicar hacia donde se dirigen las investigaciones: “Hasta la fecha, los hallazgos más sólidos provienen de la presencia de niveles bajos del ácido 5-hidroxiindolacético, el principal metabolito de la serotonina, en el líquido cefalorraquídeo". “Estas enfermedades tienen un claro componente genético, pero la susceptibilidad para el comportamiento viene dada por el efecto combinado de muchos genes (genes de efecto menor) y de diversos factores ambientales que actúan conjuntamente”. Hay varios agentes que acentúan el riesgo: “Padecer un trastorno mental, la presencia de ideación suicida, las verbalizaciones suicidas y la planificación del acto, los antecedentes personales de tentativa suicida, el aislamiento social, sentimientos de desesperanza, factores sociodemográficos –entre los que se incluyen el sexo masculino y una edad por encima de los 55 años-, los antecedentes familiares de suicidio consumado y la presencia de factores estresantes agudos o crónicos”. “El riesgo varía en función del trastorno mental padecido, de modo que los trastornos que se acompañan de un mayor riesgo son los trastornos afectivos, la dependencia del alcohol y/o drogas y la psicosis no afectiva”.
Y bien, ¿qué quiere decir todo esto?, pues quiere decir que hay gente que sufre, que soporta un dolor hasta el límite de lo imaginable, y que cuando ya no lo pueden soportar más y no encuentran ninguna solución, ninguna salida, ninguna esperanza a su problema, irresoluble, se dejan morir. La desesperación es una mala compañera de cama y la bilis negra se esparce ocupando todos los rincones de la vida, cuando ya no queda ningun espacio para la esperanza, la vida deja de tener sentido y el suicida actúa:
"Asisto con asombro a mi derrumbe, contemplo atónito como la enfermedad invade mi cuerpo y mi cerebro, como cada día es una batalla perdida, y cada noche una pesadilla infinita. Reniego de haber nacido y de haber existido en cada instante de mi vida. Pienso en las inmensas llanuras ocupadas por el mar, bajo las que me crié pensando en ranas y rabos de lagartija..." Así comienza la nota recogida del bolso de un suicida después de haberse tirado por la ventana.
foto Francesca Woodman |
La muerte es una tentación poderosa, dulce como los labios del ser amado,....
ResponderEliminarUna palabra de aliento en mitad de la noche, el resplandor que se cuela por la ventana o el gesto inequívoco de la sonrisa de un desconocido en el solitario camino a casa bastan, aún sin motivos concretos, para espantar el horror de la ideación suicida y aferrarse con fuerza a la vida.
Dulce es el sabor de la muerte y más aun, cuando los labios amados se vuelven amargos, como la vida.
ResponderEliminarNo hay otra salida que la muerte, pero antes debemos hacer muchas otras cosas: vivir.
A caso un ángel te susurre al oído.
ResponderEliminarTe estreche entre sus brazos y aparte de ti el temor...