sábado, 11 de septiembre de 2010
Confesión
Confesión (Prefacio para una obra no publicada)
KRK Ediciones, Pensamiento, 2008.
Traducción e introducción de Iván García Sala.
Epílogo de Luis M. Valdes Villanueva.
Tolstói escribe Confesión entre 1879-1882 que junto con Crítica de la teología dogmática y Concordia y traducción de los cuatro evangelios forman un solo tratado sobre la religión, el cristianismo y el sentido de la vida.
El año 1878 marca el fin de un periodo en la vida de Tolstói, lleno de éxitos literarios, felicidad familiar y prosperidad económica, que le hacen creer en el progreso humano, el siguiente periodo de su vida estará dedicado a la búsqueda espiritual y religiosa y el desprecio de la actividad literaria. La crisis religiosa que sufrió hacia 1875 le llevó a buscar refugio en el seno de la Iglesia, pero asqueado la abandono en busca del verdadero mensaje de Cristo.
"Hoy como entonces, la profesión y la práctica pública de la ortodoxia se dan, mayoritariamente, entre gentes necias, crueles e inmorales que se consideran muy importantes. Por el contrario, la inteligencia, la honradez, la sinceridad, la bondad y la moral se hallan, mayoritariamente, en personas que se consideran no creyentes."
Levin, el personaje de Ana Karenina, escrito en la misma época refleja los ideales del escritor y los cambios sufridos en este periodo pero es Confesión la obra que refleja sus nuevas ideas.
La obra tenía que publicarse en 1882 pero la censura eclesiástica prohibió la obra. Los editores intentaron que Tolstói retirara los pasajes censurados de la obra pero el autor se negó y no fue editada en Rusia hasta el año 1906.
El padre Sergio, alter ego de Tolstói en la novela homónima dice: "Soy un pecador, un sucio, repugnante, empedernido y orgulloso pecador, no sé si el peor de todos, pero si el pero si el peor de todos los peores hombres. Soy un libertino, un homicida, un blasfemo y un impostor."
Algo parecido dice el escritor de si mismo en Confesión. Es la confesión de un pecador antes del bautismo iniciático en la nueva fe que propugna Tolstói como predicador de su propia religión.
En muchos pasajes de Confesión el discurso de Tolstói, considerado habitualmente un escritor homérico, luminoso y diurno, adquiere tintes desesperados, claustrofóbicos y autocomplacientes, de un personaje salido del subsuelo dostoievskiano.
"Mi vida se había detenido. Podía respirar, comer, beber, dormir, porque no podía respirar, no comer, no beber, no dormir; pero no tenía vida, porque no existía ningún deseo cuya satisfacción me pareciera razonable. Si deseaba algo, sabía de antemano que, lo satisficiera o no, no resultaría nada de ello."
Decía George Steiner: "Tanto Tolstói como Dostoievski, eran creyentes fanáticos en los poderes de la mente, en la capacidad de la razón para arrojar una luz clara y estable sobre lo que Cristo había dejado en la penumbra de la alegoría."
Al igual que Rousseau, Tostói pensaba que la inocencia original del hombre había sido arruinada por la educación, decía que las élites rusas con sus "teorizaciones fanáticas" y "falsas analogías semicientíficas" impedían el acceso a la verdad.
"La ignorancia tiene este modo de actuar y de hablar: cuando no se sabe algo, se tacha de estúpido."
Confesión tiene como leitmotiv una pregunta, la pregunta acerca del "sentido de la vida". Isaiah Berlin, en su libro Pensadores Rusos (1979) opina que esto le valió una injusta reputación de nihilista, y lo coloca entre los miembros de "la muy subversiva compañía de cuestionadores —entre los que se encuentran Maquiavelo, Pascal, Rousseau o el autor de El libro de Job— a los que no se les ha podido dar respuesta, ni parece probable darsela."
La vida por cuyo sentido pregunta es, desde luego, la vida real, la vida que transcurre en el ámbito espacio-temporal y causal. En este plano, no había duda para el de que la vida termina siempre en muerte y destrucción y que, por tanto, carece de sentido.
Puede entenderse que lo que Tolstói llega a reconocer es que la inclinación a responder a la pregunta acerca del sentido de la vida desaparece cuando uno capta que la propia pregunta es superflua. Es el descubrimiento de la forma de vivir de los campesinos la que hace reconocer que el sentido de la vida no es algo enunciable en proposiciones, sino algo vivido.
Coincide Tolstói con Wittgenstein en el diagnóstico de que la solución al problema de la vida consiste en la "desaparición de la pregunta sobre su sentido. Tal pregunta "significa para Tolstói lucha e intranquilidad constantes"
"Mientras buscaba respuestas a la pregunta acerca de la vida, experimentaba exactamente el mismo sentimiento que tiene una persona perdida en el bosque."
El climax filosófico de Confesión ocurre cuando Tolstói llega a aceptar que puede contemplar el problema de la vida desde un punto de vista "externo", desde una posición en la que es concebible que pueda interrogar a las ciencias o a la filosofía sobre el sentido de la vida y obtener una respuesta aceptable. Naturalmente, las respuestas pertinentes afirman de modo unánime que la vida carece de significado, pero esto sólo resulta de que la filosofía tambien separa significado y vida sin reparar en que es precisamente la vida —"el actuar", como dice Wittgenstein— lo que sustenta el significado.
Lo que Tolstói descubre es que no es cierto que "la esencia de la vida nos esté oculta", la vida es lo que es autoevidente, pero, precisamente por ello, tenemos tendencia a enredarnos en la busqueda de su sentido fuera de ella, como si se tratara de encontrar algo, adicional a la vida, que se lo confiera.
Tolstói pensó durante algún tiempo que estaba ciego para la vida, que "vivía pero que no había vida en el". Sin embargo, su trabajo filosófico le persuadió de que la vida se ve precisamente cuando uno intenta salir de la trama de la vida y enfrentarse a ella con preguntas que tratan de averiguar su sentido; y de que la solución "es una forma de vivir que lleve a la desaparición de lo problemático".
"Si hubiese comprendido simplemente que la vida no tiene sentido, me lo habría tomado con serenidad, habría entendido que esa era mi suerte. Pero no me apaciguaba. Si yo fuese un hombre que vive en el bosque sabiendo que no hay salida, habría podido vivir; pero yo era un hombre perdido en el bosque que había descubierto el horror de extraviarse, y corría deseando encontrar el camino, sabiendo que cualquier paso que diera lo desorientaría más, pero no podía dejar de correr.
Eso era lo que me aterrorizaba y para desembarazarme de ello, ansiaba matarme. Experimentaba terror ante lo que me aguardaba sabía que ese espanto era más terrible que la propia situación, pero no podía ahuyentarlo ni esperar el fin pacientemente. Por convincente que fuera el argumento de que tarde o temprano reventaría una vena en el corazón o algo estallaría y todo se habría acabado, no podía esperar pacientemente el final. El terror a la oscuridad era demasiado fuerte y quería librarme de él cuanto antes, con una soga o con un balazo. Este sentimiento fue, por encima de todo, lo que con más fuerza me arrastró al suicidio."
"Tolstói, el gran egoísta según los pequeños egoístas el pródigo de su yo, nos lo ha dejado, nos ha dejado su yo, que es nuestro yo, es de cada uno de los que leemos sus obras, sus actos, y enriquece nuestro yo."
Miguel de Unamuno
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"La razón no me ha enseñado nada. Todo lo que yo sé me ha sido dado por el corazón".León Tolstói
ResponderEliminar"Que la vida es problemática significa que tu vida no se ajusta a la forma de la vida. Tienes en tal caso que cambiar tu vida y ajustarla a la forma; desaparece entonces lo problemático." Ludwig Wittgenstein
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