viernes, 31 de diciembre de 2010

Dios


















Dios que no estas en los cielos y que te arrastras entre las piedras, acuérdate de mis enemigos, maldice a los que me han humillado, tortura a los que me han traicionado, persigue a aquellos que dudaron de mí, a los que usaron de mi nombre en vano, a los que me injuriaron, a los que se aprovecharon de mí, a los que abusaron de mi confianza, a los que me mintieron, a los que me dijeron cosas que no pensaban, a los que sonrieron mientras caía. Y llénales de odio su corazón para que mueran entre horribles tormentos. Dales el dolor y la soledad, lo que me han dado a mí, y no dejes que sonrían, ni que se alegren, ni que apenas vivan; aplícales los hierros, y destruye en ellos cualquier ápice de esperanza.

jueves, 30 de diciembre de 2010

Drácula























Drácula estaba harto, salía todos los días a cazar miserables. Siempre encontraba algún ser de esos que saben que se van a morir y se creen inmortales, él los satisfacía vaciándoles las entrañas y llenándoles el alma de noche.
Pero Drácula se estaba envenenado con toda esa sangre de hombres  y mujeres que sufrían,  sangre de hombres abandonados y de mujeres olvidadas, de niños faltos de dulzura, de madres sin hijos y de padres sin esperanza. El mundo se había convertido en un bosque de almas en pena donde el vampiro iba devorando la vida de los que ya estaban muertos. Estaba hastiado de oír los gritos de todos esos espíritus que se mezclaban con los latidos de su podre corazón siempre lleno de sangres mortales para convertirlas en eternas inmundicias.
Los aullidos de los condenados no le dejan dormir. Entonces, cuando llega a casa se sienta en su sillón de cuero, hecho con la piel de sus enemigos, y antes de bajar a la cripta y meterse en el ataúd, después de quitarse la chaqueta del frac, se remanga la camisa, se aprieta el brazo con el cinturón y se clava la jeringuilla hipodérmica. La dosis de morfina sube por la tubería de la vena buscando acallar al corazón enfermo de dolor por todo el dolor de los vivos a los que tuvo que quitar la vida para que viviesen dentro de él.
La sustancia mágica se desparrama sobre las ánimas perdidas y las acalla, dándoles un poco de paz en el sufrimiento loco. Entonces el conde, al fin, puede cerrar los ojos y acordarse de su amor; recordar su boca y el roce de su pelo, las veladas frente a la chimenea y el juego de sus lenguas, antes de que llegase el Diablo y se adueñase de todo. Este instante de la noche, justo el último antes de salir el sol, cuando Drácula ve a su amada y la siente entre sus brazos, es el único en que no escucha las voces de los atormentados que no le dejan morir.


miércoles, 29 de diciembre de 2010

Llego a casa


















Llego a casa, no hay nada, sólo el ruido de la llave en la cerradura, sé lo que hay detrás. Esta noche es especial y tal vez ella me diga que me quiere, a lo mejor me dirá te quiero... Y yo siento como se derrumban las cosas, como la vida se viene abajo. Tengo tanto miedo que no me salen las palabras, no puedo creer que aquello por lo que lo había dado todo sólo eran recuerdos, chinchetas en el corcho.

martes, 28 de diciembre de 2010

El peligro



El peligro no es cuestión de un par de golpes,
el peligro es no saber a donde ir,
el peligro es no encontrar jamás tu sitio
y sentir que ya llegaste sin salir.
El peligro es el fantasma que planea
sobre aquello que juraste un día alcanzar
y te ata de las manos, mientras graba
en tu pellejo
una cifra, una letra y a volar.

Y correr dicen que es cosa de cobardes,
pero todos somos carne de cañón,
yo lo soy y no me importa,
confesar que más que nadie,
pero aquí quien no es cobarde por amor.

El peligro es perder a quien se ama,
con la furia que desata el huracan,
comprobar que en casa ya no espera nadie
y que no hay nadie a quien puedas esperar.

El peligro es cuando queman las entrañas
por amor o desamor que más me da,
y el valor se te hace escarcha
y el aire explota y amarga
en tu pecho por la mujer que se va.
En tu pecho por la mujer que se va.

Y correr dicen que es cosa de cobardes,
pero todos somos carne de cañón,
yo lo soy y no me importa,
confesar que más que nadie,
pero aquí quien no es cobarde por amor.

lunes, 27 de diciembre de 2010

sábado, 25 de diciembre de 2010

Los muertos


«Cuando cruzó frente al espejo giratorio se vio de lleno: el ancho pecho de la camisa, relleno, la cara cuya expresión siempre lo intrigaba cuando la veía en un espejo y sus relucientes espejuelos de aros de oro. Se detuvo a pocos pasos de ella y le dijo:
-¿Qué ocurre con esa canción? ¿Por qué te hace llorar? Ella levantó la cabeza de entre los brazos y se secó los ojos con el dorso de la mano, como un niño. Una nota más bondadosa de lo que hubiera querido se introdujo en su voz:
-¿Por qué, Gretta? -preguntó.
-Pienso en una persona que cantaba esa canción hace tiempo.
-¿Y quién es esa persona? -preguntó Gabriel, sonriendo.
-Una persona que yo conocí en Galway cuando vivía con mi abuela -dijo ella.
La sonrisa se esfumó de la cara de Gabriel. Una rabia sorda le crecía de nuevo en el fondo del cerebro y el apagado fuego del deseo empezó a quemarle con furia en las venas.
-¿Alguien de quien estuviste enamorada? -preguntó irónicamente.
-Un muchacho que yo conocí -respondió ella-, que se llamaba Michael Furey. Cantaba esa canción, La joven de Aughrim. Era tan delicado.
Gabriel se quedó callado. No quería que ella supiera que estaba interesado en su muchacho delicado.
-Tal como si lo estuviera viendo -dijo un momento después-. ¡Qué ojos tenía: grandes, negros! ¡Y qué expresión en ellos…, qué expresión!
-Ah, ¿entonces estabas enamorada de él? -dijo Gabriel. Salía con él a pasear-dijo ella-, cuando vivía en Galway.
Un pensamiento pasó por el cerebro de Gabriel.
-¿Tal vez fuera por eso que querías ir a Galway con esa muchacha Ivors? -dijo fríamente.
Ella le miró y le preguntó, sorprendida:
-¿Para qué?
Sus ojos hicieron que Gabriel sintiera desazón. Encogiendo los hombros dijo:
-¿Cómo voy a saberlo yo? Para verlo, ¿no?
Retiró la mirada para recorrer con los ojos el rayo de luz hasta la ventana.
-El está muerto -dijo ella al rato-. Murió cuando apenas tenía diecisiete años. ¿No es terrible morir así tan joven?
-¿Qué era él? -preguntó Gabriel, irónico todavía.
-Trabajaba en el gas -dijo ella.
Gabriel se sintió humillado por el fracaso de su ironía y ante la evocación de esta figura de entre los muertos: un muchacho que trabajaba en el gas. Mientras él había estado lleno de recuerdos de su vida secreta en común, lleno de ternura y deseo, ella lo comparaba mentalmente con el otro. Lo asaltó una vergonzante conciencia de sí mismo. Se vio como una figura ridícula, actuando como recadero de sus tías, un nervioso y bienintencionado sentimental, alardeando de orador con los humildes, idealizando hasta su visible lujuria: el lamentable tipo fatuo que había visto momentáneamente en el espejo. Instintivamente dio la espalda a la luz, no fuera que ella pudiera ver la vergüenza que le quemaba el rostro.
Trató de mantener su tono frío, de interrogatorio, pero cuando habló su voz era indiferente y humilde.
-Supongo que estarías enamorada de este Michael Furey, Gretta -dijo.
-Me sentía muy bien con él entonces -dijo ella.
Su voz sonaba velada y triste. Gabriel, sintiendo ahora lo vano que sería tratar de llevarla más lejos de lo que se propuso, acarició una de sus manos y dijo, él también triste:
-¿Y de qué murió tan joven, Gretta? Tuberculoso, supongo.
-Creo que murió por mí -respondió ella.
Un terror vago se apoderó de Gabriel ante su respuesta…
El aire del cuarto le helaba la espalda. Se estiró con cuidado bajo las sábanas y se echó al lado de su esposa. Uno a uno se iban convirtiendo ambos en sombras. Mejor pasar audaz al otro mundo en el apogeo de una pasión que marchitarse consumido funestamente por la vida. Pensó cómo la mujer que descansaba a su lado había evocado en su corazón, durante años, la imagen de los ojos de su amante el día que él le dijo que no quería seguir viviendo.
Lágrimas generosas colmaron los ojos de Gabriel. Nunca había sentido aquello por ninguna mujer, pero supo que ese sentimiento tenía que ser amor. A sus ojos las lágrimas crecieron en la oscuridad parcial del cuarto y se imaginó que veía una figura de hombre, joven, de pie bajo un árbol anegado. Había otras formas próximas. Su alma se había acercado a esa región donde moran las huestes de los muertos. Estaba consciente, pero no podía aprehender sus aviesas y tenues presencias. Su propia identidad se esfumaba a un mundo impalpable y gris: el sólido mundo en que estos muertos se criaron y vivieron se disolvía consumiéndose.
Leves toques en el vidrio lo hicieron volverse hacia la ventana. De nuevo nevaba. Soñoliento, vio cómo los copos, de plata y de sombras, caían oblicuos hacia las luces. Había llegado la hora de variar su rumbo al Poniente. Sí, los diarios estaban en lo cierto: nevaba en toda Irlanda. Caía nieve en cada zona de la oscura planicie central y en las colinas calvas, caía suave sobre el mégano de Allen y, más al Oeste, suave caía sobre las sombrías, sediciosas aguas de Shannon. Caía así en todo el desolado cementerio de la loma donde yacía Michael Furey, muerto. Reposaba, espesa, al azar, sobre una cruz corva y sobre una losa, sobre las lanzas de la cancela y sobre las espinas yermas. Su alma caía lenta en la duermevela al oír caer la nieve leve sobre el universo y caer leve la nieve, como el descenso de su último ocaso, sobre todos los vivos y sobre los muertos.»
Dublineses, Los muertos.- James Joyce.

http://www.youtube.com/watch?v=bCYMwT-Oikw

viernes, 24 de diciembre de 2010

La nieve


En el día más triste, en la noche maldita, las lágrimas resbalan por el teclado, como la nieve cae sobre el alma, por los muertos y por los vivos, por los que nunca volveré a ver. Recuerdos como clavos en el corazón, esquirlas de vida. Un mundo de palabras donde las letras creyeron (locas) que podían vivir. Ahora el sabor húmedo de la tierra en la boca me hace sentir el futuro.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Sólo el amor nos salvará (Segunda parte)










Han sido detenidas doce "personas" por prostituir a una niña de catorce años en un pueblo de Badajoz.
La chica vivía en la pija calle de Serrano de Madrid, cuando se enamoró de un guapo rumano de veintidós años. El amor la hizo volar y cogida de la mano de quien creía Peter Pan y resultó ser el Capitán Garfio, se escapó de casa y se fueron a Arroyo de San Serván. El País de Nunca Jamás apenas tiene 4.000 habitantes y unos cuantos hijos de puta. Peter la metió en una casona donde malvivían treinta rumanos. Durante tres meses la vistieron con un disfraz de prostituta y la obligaron a pasearse por las calles del pueblo. Por treinta o cuarenta euros la niña era forzada a dejarse follar en una chabola donde la encerraban el resto del día.
Entre los detenidos hay siete rumanos por "detención ilegal" y "explotación sexual" y cinco aborígenes por mantener relaciones sexuales con una menor a cambio de dinero. Debían ser seis pero Daniel C., jornalero y ex concejal del ayuntamiento, de cincuenta y cinco años de edad, se pegó un tiro en la boca con su escopeta de caza. Descanse en paz (el amor).

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Un ángel













Esta noche ha venido el diablo a verme pero no me acuerdo de lo que me dijo. Esta mañana me ha despertado un ángel dorado pero voló. Ahora estoy solo y el diablo ha vuelto.

Si te viese ahora





Si te viese ahora tendría que estirar la mano para tocarte, la pondría sobre tu pecho para sentir tu corazón latir y darme cuenta de que también eres de carne y hueso, daría un paso hacía ti y te besaría en los labios mientras mi mano seguriría agarrada a tu corazón, como si fuese una roca donde apoyarme para subir al cielo.Sería un beso tembloroso, lleno de deseo y miedo, sería un beso largo por la necesidad de conocerse de nuestras lenguas, un poco hartas de interceder entre nuestras almas y nuestros cuerpos, y un poco secas de tanto trabajo solitario, así que retozarían y disfrutarian de la ansiada compañía. Mientras, nuestros ojos no sabrían si mirar o quedar cerrados, no sabrían si reirse de tener al otro al fin, o gritar de alegría por el encuentro. Nuestros brazos, en cambio, si sabrían lo que hacer sólo abrazarnos, como si fuese la primera vez, como si nunca hubiesen abrazado, sabrían que habían nacido para este momento y que no podían fallarnos. Todo nuestros cuerpos se arremolinarían como si estuviésemos en medio de un huracán, ascendiendo sobre la tierra y el mar, en una lengua de fuego que nos transporta a un tiempo sin tiempo, a un día sin noche y a una noche sin día, como si fuese el fin del mundo el principio de todo. Ese sería nuestro primer beso.

martes, 21 de diciembre de 2010

El malestar en la cultura




El malestar en la cultura. (1930) Sigmund Freud.
«No creo que sea exhaustivo este recuento de los métodos mediante los cuales los seres humanos se empeñan en obtener la felicidad y mantener alejado el sufrimiento. Sé, además, que el material admitiría otros ordenamientos. Todavía no he mencionado uno de esos métodos, no por haberlo olvidado, sino porque nos ocupará en otro contexto. ¡Y cómo se podría olvidar justamente esta técnica del arte de vivir! Se distingue por la más asombrosa reunión de rasgos característicos. Desde luego, también aspira a independizarnos del «destino» -es el mejor nombre que podemos darle- y, con tal propósito, sitúa la satisfacción en procesos anímicos internos; para ello se vale de la ya mencionada desplazabilidad de la libido, pero no se extraña del mundo exterior, sino que, al contrario, se aferra a sus objetos y obtiene la dicha a partir de un vínculo de sentimiento con ellos. Tampoco se da por contento con la meta de evitar displacer, fruto por así decir de un resignado cansancio; más bien no hace caso de esa meta y se atiene a la aspiración originaria, apasionada, hacia un cumplimiento positivo de la dicha. Y quizá se le aproxime efectivamente más que cualquier otro método. Me estoy refiriendo, desde luego, a aquella orientación de la vida que sitúa al amor en el punto central, que espera toda satisfacción del hecho de amar y ser-amado. Una actitud psíquica de esta índole está al alcance de todos nosotros; una de las formas de manifestación del amor, el amor sexual, nos ha procurado la experiencia más intensa de sensación placentera avasalladora, dándonos así el arquetipo para nuestra aspiración a la dicha. Nada más natural que obstinarnos en buscar la dicha por el mismo camino siguiendo el cual una vez la hallamos. El lado débil de esta técnica de vida es manifiesto; si no fuera por él, a ningún ser humano se le habría ocurrido cambiar por otro este camino hacia la dicha. Nunca estamos menos protegidos contra las penas que cuando amamos; nunca más desdichados y desvalidos que cuando hemos perdido al objeto amado o a su amor. Pero la técnica de vida fundada en el valor de felicidad del amor no se agota con esto: queda aún mucho por decir.

Aquí puede situarse el interesante caso en que la felicidad en la vida se busca sobre todo en el goce de la belleza, dondequiera que ella se muestre a nuestros sentidos y a nuestro juicio: la belleza de formas y gestos humanos, de objetos naturales y paisajes, de creaciones artísticas y aun científicas. Esta actitud estética hacia la meta vital ofrece escasa protección contra la posibilidad de sufrir, pero puede resarcir de muchas cosas. ¡El goce de la belleza se acompaña de una sensación particular, de suave efecto embriagador. Por ninguna parte se advierte la utilidad de la belleza; tampoco se alcanza a inteligir su necesidad cultural, a pesar de lo cual la cultura no podría prescindir de ella. La ciencia de la estética indaga las condiciones bajo las cuales se siente lo bello; no ha podido brindar esclarecimiento alguno acerca de la naturaleza y origen de la belleza; como es habitual, la ausencia de resultados se encubre mediante un gasto de palabras altisonantes y de magro contenido. Por desdicha, también el psicoanálisis sabe decir poquísimo sobre la belleza. Al parecer, lo único seguro es que deriva del ámbito de la sensibilidad sexual; sería un ejemplo arquetípico de una moción de meta inhibida. La «belleza» y el «encanto» son originariamente propiedades del objeto sexual. Digno de notarse es que los genitales mismos, cuya visión tiene siempre efecto excitador, casi nunca se aprecian como bellos; en cambio, el carácter de la belleza parece adherir a ciertos rasgos sexuales secundarios.
A pesar del carácter no exhaustivo [del recuento], me atrevo a exponer ya algunas puntualizaciones como cierre de nuestra indagación. El programa que nos impone el principio de placer, el de ser felices, es irrealizable; empero, no es lícito -más bien: no es posible- resignar los empeños por acercarse de algún modo a su cumplimiento. Para esto pueden emprenderse muy diversos caminos, anteponer el contenido positivo de la meta, la ganancia de placer, o su contenido negativo, la evitación de displacer. Por ninguno de ellos podemos alcanzar todo lo que anhelamos. Discernir la dicha posible en ese sentido moderado es un problema de la economía libidinal del individuo.

Sobre este punto no existe consejo válido para todos; cada quien tiene que ensayar por sí mismo la manera en que puede alcanzar la bienaventuranza. Los más diversos factores intervendrán para indicarle el camino de su opción. Lo que interesa es cuánta satisfacción real pueda esperar del mundo exterior y la medida en que sea movido a independizarse de él; en último análisis, por cierto, la fuerza con que él mismo crea contar para modificarlo según sus deseos. Ya en esto, además de las circunstancias externas, pasará a ser decisiva la constitución psíquica del individuo. Si es predominantemente erótico, antepondrá los vínculos de sentimiento con otras personas; si tiende a la autosuficiencia narcisista, buscará las satisfacciones sustanciales en sus procesos anímicos internos; el hombre de acción no se apartará del mundo exterior, que le ofrece la posibilidad de probar su fuerza. En el caso de quien tenga una posición intermedia entre estos tipos, la índole de sus dotes y la medida de sublimación de pulsiones que pueda efectuar determinarán dónde haya de situar sus intereses. Toda decisión extrema será castigada, exponiéndose el individuo a los peligros que conlleva la insuficiencia de la técnica de vida elegida con exclusividad. Así como el comerciante precavido evita invertir todo su capital en un solo lugar, podría decirse que la sabiduría de la vida aconseja no esperar toda satisfacción de una aspiración única. El éxito nunca es seguro; depende de la coincidencia de muchos factores, y quizás en grado eminente de la capacidad de la constitución psíquica para adecuar su función al medio circundante y aprovecharlo para la ganancia de placer.
Quien nazca con una constitución pulsional particularmente desfavorable y no haya pasado de manera regular por la trasformación y reordenamiento de sus componentes libidinales, indispensables para su posterior productividad, encontrará arduo obtener felicidad de su situación exterior, sobre todo si se enfrenta a tareas algo difíciles. Como última técnica de vida, que le promete al menos satisfacciones sustitutivas, se le ofrece el refugio en la neurosis, refugio que en la mayoría de los casos consuma ya en la juventud. Quien en una época posterior de su vida vea fracasados sus empeños por obtener la dicha, hallará consuelo en la ganancia de placer de la intoxicación crónica, o emprenderá el desesperado intento de rebelión de la psicosis.
















La religión perjudica este juego de elección y adaptación imponiendo a todos por igual su camino para conseguir dicha y protegerse del sufrimiento. Su técnica consiste en deprimir el valor de la vida y en desfigurar de manera delirante la imagen del mundo real, lo cual presupone el amedrentamiento de la inteligencia. A este precio, mediante la violenta fijación a un infantilismo psíquico y la inserción en un delirio de masas, la religión consigue ahorrar a muchos seres humanos la neurosis individual. Pero difícilmente obtenga algo más; según dijimos, son muchos los caminos que pueden llevar a la felicidad tal como es asequible al hombre, pero ninguno que lo guíe con seguridad hasta ella. Tampoco la religión puede mantener su promesa. Cuando a la postre el creyente se ve precisado a hablar de los «inescrutables designios» de Dios, no hace sino confesar que no le ha quedado otra posibilidad de consuelo ni fuente de placer en el padecimiento que la sumisión incondicional. Y toda vez que está dispuesto a ella, habría podido ahorrarse, verosímilmente, aquel rodeo.»

lunes, 20 de diciembre de 2010

Si yo te amase

Si yo te amase,
¿que pensarías?
¿Te acordarias del mar?
¿De las nubes que pasan
o del viento que grita?

No, si yo te amase,
sólo pensarías
en la cocina de casa
en las ventanas cerradas
en los días de llanto.

En susurros de consuelo
En abrazos desesperados
En besos secos
y caricias sin tacto.

Noches sin luz,
una sombra en la pared.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Una furtiva lágrima

Una furtiva lágrima
en sus ojos despuntó,
a aquellas alegres jóvenes
envidiar pareció.
¿Qué más voy buscando?
¿Qué más voy buscando?
Me ama, sí, me ama, lo veo, lo veo.
¡Un solo instante los latidos
de su hermoso corazón sentir!
Mis suspiros confundir
por poco con sus suspiros.
Los latidos, los latidos sentir,
¡confundir los míos con sus suspiros!
¡Cielos, se puede morir…!
No pido más, no pido.
¡Ah! ¡Cielos, se puede, se puede morir…!
No pido más, no pido.
Se puede morir…¡Se puede morir de amor!
Apenas ayer, en un rincón de la noche, entre las sombras, contra la pared, me han clavado una navaja en el pecho, tenía mi nombre escrito y entró en mi corazón como si fuese de mantequilla, tan blando que estaba de lo mucho que amaba. Al sentir la puñalada se contrajo, se convirtió en una piedra de carbón. Lo que quería haber sido diamante, estrella fugaz, sólo fue una tea, un poco de humo en la obscuridad de la habitación, aunque os puedo decir que ardió como el azufre en el infierno.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Fade away



Dices que has encontrado otro hombre
Que te hace cosas que yo no puedo
Y que no importa lo que yo haga
Todo ha acabado entre tú y yo, chica
Pero no puedo creer lo que dices
No, no puedo creer lo que dices
Porque, nena, no quiero desvanecerme
Dime qué puedo hacer, qué puedo decir
Porque, cariño, no quiero desvanecerme

Dices que lo tienes claro
Que hace mucho tiempo que no nos va bien
Y que en algún momento de nuestra historia
Tú perdiste tu amor y yo perdí tu confianza
Ahora las habitaciones que en otro tiempo brillaron tanto
Se llenan con la noche próxima
Oh, cariño, no quiero esfumarme

Dices que no es fácil para ti
Y que te has sentido muy sola
Mientras las otras chicas salen
Y hacen lo que quieren
Dices que añoras las noches
En que salíamos a bailar
Los días en que tú y yo paseábamos
Pero chica, yo también los añoro
Oh te juro que es verdad, oh chica

Nena, no quiero ser otro recuerdo inútil
Abrazándote fuerte
O algún fantasma en la calle
A quien paras y educadamente le hablas cuando pasas a su lado
Desvaneciéndose en la noche
Dejando que se desvanezca en la noche
No, nena, no quiero desvanecerme
Dime qué puedo hacer, qué puedo decir
Porque, cariño, no quiero desvanecerme

Una historia de amor


















Mi amor por ti fue una historia de amor. Empezó en el instante en que te vi. En aquel segundo en que mis ojos te descubrieron, estaba seguro de que eras la mujer de mi vida, bueno todavía no sabía lo que era eso, pero no podía comer, no podía dormir, estaba loco por ti, pensaba que el amor era eso, lo que yo sentía por ti.
El día que me besaste pensé que estaba en el cielo, que la vida me había sonreído y que ya no podía pedir nada más a Dios.
El día que me besaste no me acosté esa noche, rozaba mis labios con la yema de mis dedos y luego los chupaba para ver si quedaba algo de ti, si quedaba algo de tu sabor.
Era tan tonto, que pensaba que si conseguía tocar tus tetas me amarías para siempre.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Daño colateral

















Baldosas rotas, una tras otra y otra, charcos, suciedad, gris, negro. Los pies trastabillean, se levantan apenas, pero no quisieran haberse detenido.
Extraña lluvia eterna, un día y otro día, no hay falla. Ahogado, la cabeza quiere gritar pero la lluvia inunda los resquicios, cierra cualquier posibilidad. Sin esperanza, sin perdón. No hay perdón para los pecados no cometidos, para las palabras no dichas. No hay perdón, las cosas siempre se rompen por la parte más débil, eso me han dicho, pero yo ya lo sabía, sólo era cuestión de tiempo, no hacía falta que me lo dijesen.


miércoles, 15 de diciembre de 2010

Travis














Travis dijo:
—No te pegué, nunca te pegué, sabes cuanto te quería. Cuando ardió la casa yo estaba dentro, pero tú no estabas, el niño..., yo no sabía donde estaba el niño, ya no me acordaba de él. Tú nunca estabas en casa. El cielo se había cerrado. Hacía más de dos años que no me necesitabas, cada vez que te rozaba saltabas como un muelle. No sabía que hacer, la vida se había convertido en algo que no entendía, cada día era una pesadilla. Tu malhumor, tu inútil fracaso me golpeaba día y noche. Y entonces, poco a poco, dejé de amarte. Por eso aquella noche, cuando estaba tan borracho como cualquier otra noche, cuando la casa ardía, no había nada mío allí.

martes, 14 de diciembre de 2010

Ciudad sin sueño


Federico García Lorca
Ciudad sin sueño
(Nocturno de Brooklyn Bridge)

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas.
Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan
y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas
al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.

No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Hay un muerto en el cementerio más lejano
que se queja tres años
porque tiene un paisaje seco en la rodilla;
y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.

No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda
o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas.
Pero no hay olvido, ni sueño:
carne viva. Los besos atan las bocas
en una maraña de venas recientes
y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso
y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros.

Un día
los caballos vivirán en las tabernas
y las hormigas furiosas
atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas.

Otro día
veremos la resurrección de las mariposas disecadas
y aún andando por un paisaje de esponjas grises y barcos mudos
veremos brillar nuestro anillo y manar rosas de nuestra lengua.
¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
A los que guardan todavía huellas de zarpa y aguacero,
a aquel muchacho que llora porque no sabe la invención del puente
o a aquel muerto que ya no tiene más que la cabeza y un zapato,
hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes esperan,
donde espera la dentadura del oso,
donde espera la mano momificada del niño
y la piel del camello se eriza con un violento escalofrío azul.

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Pero si alguien cierra los ojos,
¡azotadlo, hijos míos, azotadlo!
Haya un panorama de ojos abiertos
y amargas llagas encendidas.
No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
Ya lo he dicho.
No duerme nadie.
Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes,
abrid los escotillones para que vea bajo la luna
las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Dicho popular













foto X-C

Dicho popular: "El amor verdadero entra por el agujero".
Ya lo dijo Pasolini al releer Las mil y una noches:













«¿Me has lanzado una flecha del arco o son tus ojos los que han herido al corazón enamorado al verte?
La flecha tallada que me llega repentinamente ¿viene de una ventana o de un ejército?»

Por desgracia su amor por la vida no le salvó, fue aplastado a golpes, mientras le gritaban: "Comunista, maricón, guarro".

domingo, 12 de diciembre de 2010

Vacaciones 5


















La cuesta se empinaba antes de llegar a la sidrería, era una calleja llena de bares para turistas de la capital, con su decoración de pub finolis y sus copas de vino grandes para cobrar el aire, debía ser que cuanto más aire había más ínfulas se daban, era como lo de la ropa o el coche, pero en nada en vez de en vino. Las aceras estaban llenas de niñatos en pantalón corto como recién salidos del centrifugado de la lavadora, hasta los dientes parecían lavados al efecto blanqueador de los puntitos azules antical. Aceleró el paso y escaló los tres peldaños que daban entrada al chigre, que estaba lleno, como cualquier otro día. Creúsa sonreía escanciando y atenta a todo lo que se movía, rápidamente le vio llegar y le hizo un sitio en la barra mientras habría una botellina, que aunque era de un llagar de la zona, el único de esa parte de la región, no estaba mal, a pesar de no saberse de donde vendrían sus manzanas, si de la Marina Lucense, de la Normandía o de la Polonia de los gemelinos faltosos y el Papa payaso (pero mejor actor que Regan).
Se crecía Creúsa al escanciar, le gustaba como la miraban todos aquellos. Ella procedía de Santos y dominaba el negocio de contentar al cliente. Siempre cuidaba de poner un platín con la tapa cerca del hombre y de buscarle el periódico, sabía que se aburría cuando no leía y ella no podía darle conversación. Había llegado de Brasil con un hermano que ahora trabajaba en la construcción y con un niñito, con el que había escapado de la violencia de un hombre y la miseria de un país. Tenía vistas demasiadas cosas y ahora estaba claro quien era la que dominaba el negocio y su vida.
Había demasiado jaleo así que apenas podían decirse alguna parida, mientras le echaba un culín, y comentaban como le habían tangado el ultimo concurso de escanciadores en el que ella participó. A veces respondía a algún piropo de los paisanos de la barra, los pescadores del pueblo que estaban locos con ella.
—Que moza tan salada, decían, y tan trabajadora y de tan buen carácter, etc, etc —mientras pedían otra pinta de vino y se les caía la baba por el serrín del solado—.
En las mesas de enfrente los forasteros engullían las viandas del mar, aunque seguro que de este no eran. Intentó pillar alguna conversación de la barra que fuese interesante, pero no era el día, demasiado jaleo. La ventaja de este chigre era que el hostelero se negaba a encender la televisión, lo cual era de agradecer. El hombre, que no soportaba el invento, pedía que la encendiesen nada mas entrar en el bar, como en todos los demás locales pedía que la apagasen, sólo por joder.
La sidra entraba bien, estaba a la temperatura exacta, un poco fría para que no llegase caliente al último culete.
—Creúsa, esta sidra está caliente —le dijo el hombre a la camarera—.
La chica se rió y puso una tapina de calamares fritos.
En el periódico regional, el que antes portaba el yugo y las flechas y ahora la defensa de la libertad de expresión, como bandera; aparecía una marquesa asturiana de rancio abolengo que había venido a veranear a su palacio de su pueblo. Le daban toda una página de entrevista y decía la muy z en un titular con grandes letras negras:
—“Yo también reduzco gastos en ropa o viajes por pudor y solidaridad ante la crisis”.
Pa mesiar y no echar gota —pensó nuestro protagonista—. Evidentemente la estupidez es libre, aunque lo dicen de el miedo, pero claro, los que pasamos por la vida esperando que nos partan la boca, no es como a estos que están acostumbrados a que todo les salga gratis y trabajemos para ellos. ¡Qué tristes los tópicos! Como cuando al caer el frente del Ebro, el obispo de Pamplona vacilaba su misericordia, pidiendo el perdón para los socialistas, y condenaba a muerte a los anarquistas, mientras los barrigones generales le besaban el anillo que atestiguaba sus esponsales con Dios (niño, supongo), y entre copa y copa le decían:
—No puede ser, no puede ser Eminencia, son todos muy malos, son diablos rojos.
¿Qué fue de ellos, de los que lo habían dado todo por nada? Que murieron ¿Y los demás, los asesinos? Engordaron. Por eso el país no tiene moral, todo vale, mientras un cura lo bendiga, y los imbéciles digan que Dios existe pero que no van a misa, mientras se casan, bautizan y comunionan. Es la degeneración de una sociedad entregada por el Señor X a quien la quiera comprar. Los pensamientos se sucedían en segundos, mientras pasaba las hojas de los periódicos.
Al ver a Creúsa sonreírle se acordó de las mujeres que había amado y de la belleza derramada entre el despertador de las 7:30 y la visita de los domingos al cubil. De todos los sacrificios y de las mentiras repetidas, con que había tropezado su ingenuo romanticismo de adolescente provinciano. Engañado por sus padres para que fuese bueno (como lo habían sido ellos por el Régimen para que se callasen y obedeciesen, que ya sus hijos serían lo que ellos nunca podrían ser), para que estudiase y tuviese una carrera y una buena chica, así llegaría lejos. Lo único que podría llegar a ser, sería yonqui o con suerte borracho. No hay duda de que el país avanza, lo único que siento es no poder alistarme en la Legión extranjera para cortejar a Marlene Dietrich, aunque seguro que lo que pasaría, con la suerte que tengo, es que el psicópata de Millán me diese por el culo con el muñón.
Hacía calor y las voces creaban un ambiente hogareño que arrebolaban al solitario. La conversación de los que estaban al lado en la barra se animaba:
—A mi me gustan los agujeros rasgaos —decía uno, que llevaba un tatuaje con el escudo de la Legión y una pinta de chuloputas importante, mientras otro le mostraba un agujero entre sus dedos—. Yo a los gays los colgaba a todos.
—Tu lo que eres es gey, como el rey, así que no vayas de geina ahora.
—Yo a los maricas los colgaba a todos.
—Para verles los huevos desde abajo, carbón.
El hombre se enternecía con estos diálogos, le recordaban al recreo en la escuela del barrio. La uña multiusos del legionario jubilado, o el parecido con el doctor Bacterio del otro, lo enardecía. Hacía tiempo que su familia se reducía al paisanaje de los bares, y que lo más que le podían dar era un botellazo. De hecho aquella conversación era tan hermosa que no pudo retener las ganas de entrar en ella y dejó caer:
—Con la pinta de gárrulo salido que tienes, seguro que eras tú, el que le hacías las gallardas a la puta cabra de la Legión.
Mierda —pensó— ya la cagué otra vez.
—Así que fue de ahí de donde sacaste la manía de cascársela al mastín de la fábrica —dijo el barbudo—. Así que por eso tu mujer se parece al Yeti, porque te gustan las cabras.
—Si hijoputa, por eso la tuya está tan contenta de que le dé por el culo, mientras tu ves los partidos.
Esto es el paraíso —pensó el hombre, mientras se sacaba un resto de calamar de plástico, de entre los dientes—.
Creúsa sonreía y no había casa a la que volver. Necesitaba mas sidra, para aguantar aquella mierda. Entonces se acordó del trabajo:
—¿Alguien sabe quién es el dueño de la discoteca?
Le gustaba seguir el manual del espía perfecto, como Pepe Isbert en Pacto de Silencio.
—Dicen que es el del boticario, aunque el jefe de la policía siempre anda por allí, siempre es él, el que elige a los camareros macizos para que le deban un favor.
—¡Que dices, loco! Si Miranda es un picha brava y no hay puta que se le resista.
—¿Y porqué la mujer tiene bigote? Si parece la travesti que se casó con el rey de Inglaterra, ese que se quería ir con los nazis y tuvo que echar del país, Churchill.
—¡Joder, amigo! Como se ve que estudiaste en el seminario.
—Sí, aprendí latín. Sé que cuando el páter se te pone por detrás es que quiere rollo. Me valió mucho para la Legión —cuenta, mientras contiene la emoción de recordar aquellos días dichosos—.
—¿Y por que les molaba tanto Franco, por cafre, o por cabrón? —pregunta el hombre sin nombre—.
—No, sólo era por el escalafón, había que respetar las normas para ir trepando, todos querían jubilarse de general, y mientras tanto no la hincaban.
Por eso no valía nada el trabajo, ni el tiempo, ni la dedicación. Era algo sobrenatural, en España su reino no era de este mundo, su reino era inmutable y eterno, la medida de tiempo era de cuarenta años para empezar a hablar, y lo más parecido que querían que viésemos a una sonrisa, era una lanzada en un costado.
Viendo que allí no había nada que rascar me fui a cenar al hotel me gustaba como me atendían las colombianas. Y necesitaba un poco de tranquilidad para pensar lo que iba a hacer, no conseguía centrarme en el asunto y los jefes se estaban poniendo nerviosos. Tal vez esta noche cayese algo. Necesitaba que alguien me presentase al boticario o al jefe de la policía, pero no tenía ganas de ir a la discoteca a las tres de la mañana, prefería quedarse por los bares del puerto y contemplar como pescaba el personal mientras él pillaba una buena merluza.
Las notas que le habían dado eran muy escasas y vagas. Tenía todo el trabajo por hacer, tal vez las colombianas tuviesen alguna amiga trabajando en El Valle de Tuscani, de las que vinieron con ellas, que supiese algo. Está claro que donde hay putas siempre hay drogas y policías, como moscas en la mierda.

CONTINUARÁ

viernes, 10 de diciembre de 2010

Tus besos


















Tus besos
luciérnagas,
brasas en mi boca.
Recuerdos en la noche.
Caminos,
como túneles al corazón.
Lágrimas de carne,
sueños de sangre.
Deseo,
tu vida en mi boca.

jueves, 9 de diciembre de 2010

La luz













foto X-C

La luz,
esa que busco no sé en donde.
El sueño repetido es negro,
la sombra que me habla es obscura.
Azul es el color de la tristeza,
azul es el mar donde lloran los náufragos.
La luz no sé donde estará,
escondida entre las sirenas de las fábricas,
atristallada por las lluvias de mi vida.

El niño que corre buscando
¿será él la luz?
El viejo que agoniza,
la puta que trabaja,
el policía que mata.
¿Sabrán de la luz?
¿Quién la ha visto?
La madre que pare,
el marido que llora,
el niño solo.
¿Sabrán de algo más
que del rayo en la tormenta?
¿Quién me avisará
cuando ella llegue?
¿Será el despertar de la borrachera?
¿El lento camino a la casa vacía?

¿Dónde estará la luz?
Los faros de los coches que me cruzan la cara.
Las sirenas de las ambulancias con la muerte a cuestas.
La luz,
          cuando cierro los ojos y te veo.

La obscuridad

Como un silencio
vacio.
La ves acercarse a tu cama,
te saluda.
Sientes como quiere besarte los pies.
Besarte.
Besarte en la boca y en el corazón.
Te estiras.
Fría la cama.
No hay mortaja que contenga
tanto dolor.
Notas como te acaricia el rostro,
como te cierra los ojos.
La obscuridad.

martes, 7 de diciembre de 2010

La vida


















Toda mi vida había soñado ese momento, te tenía, estabas delante de mí, sólo quedaba matarte, habías venido a eso y yo lo sabía, pero tú no. Yo quería el triunfo, la gloria, el dinero; tú sólo querías la vida, y me mataste.

lunes, 6 de diciembre de 2010

El acuario













foto X-C

Ayer, leyendo el periódico, me encontré con estas explicaciones del director del acuario de Gijón, en un artículo titulado Los peces también sufren:
"Todos los factores estresantes hacen que el organismo responda activando lo que se llama el Síndrome de Adaptación General, donde se activan el eje hipotálamo-simpático-cromafin y el eje hipotálamo-hipofisario-interrenal. Este Síndrome de Adaptación General presenta varias fases según la duración del estímulo estresante:
a) Fase de Alarma: en los primeros momentos se activa el primer eje descrito, liberándose entre otras muchas cosas adrenalina y noradrenalina, que tendrán numerosos efectos fisiológicos todos ellos encaminados a tener la suficiente energía para escapar o pelear.
b) Fase de resistencia: Si el estímulo persiste y el animal termina por adaptarse a él (no lo considera una alarma vital), los niveles de catecolaminas vuelven a sus valores iniciales y se activa el segundo eje descrito, liberándose corticoides adrenales de los que el más importante es el cortisol, cuya función es preparar al animal para tirar de reservas y aguantar.
c) Fase de agotamiento: Si la situación de estrés continúa, los altos niveles de cortisol mantenidos durante largo tiempo así como la activación del metabolismo para superar la situación de estrés, interfieren con otros procesos fisiológicos como el crecimiento, reproducción, sistema inmunitario etc. , llegando a producir finalmente la muerte del animal."
Esa sensación de chocar una y otra vez contra el cristal, de intentar ver más allá, de intentar escapar, para volver a tropezar contra los barrotes de esa celda invisible de tela de araña. Dicen no sé que cosas de algo que llaman felicidad, debe ser cuando te lobotomizan, cuando te aplican descargas eléctricas diarias de fútbol y televisión, para que marches satisfecho a la cama, para que tu cerebro descansado, no sufra ni padezca de la funesta manía de pensar (tal vez querer sea otra cosa, aunque haya quien confunda, y no sean pocos, querer con poseer).
















foto X-C

domingo, 5 de diciembre de 2010

Palabras del Anticristo













foto X-C


Ángel González, Palabras del Anticristo

Yo soy
la mentira y la muerte
(es decir, la verdad última
del hombre).

Sé que no hay esperanza,
pero te dije:
                   espera,
con el único fin
de envenenar la vida
con la letal ponzoña de los sueños.

No hubo resurrección.

Una gran piedra
selló mi tumba,
                        en la que sólo había
silencio y sombra.
Nada hallaron en ella, salvo sombra y silencio.

Yo soy el que no fue
ni será nunca:

en la oquedad vacía,
la turbia resonancia de tu miedo.













cuadro Jorge Nava
foto X-C


jueves, 2 de diciembre de 2010

Bajando la calle













Foto X-C
Cuando bajas la calle y quisieras andar hacia atrás, cuando nunca quieres llegar y sólo ves la basura en la noche, las mangueras y el frio, y piensas que has tirado toda tu vida intentando contentar a alguien que no te quería. Ahora estás tan solo como la muerte y no ves más allá de ella. Eres tan inutil como un puercoespín cruzando la autopista, te has convertido en una sombra de ti mismo y esperas algo que no puede ser, pides manzanas al peral mientras llueven piedras y crees que el destino no puede haber elegido esto para tí. Piensas que el tiempo se ha detenido, pero es mentira, sólo te has detenido tú. Crees que las noches en vela son más vida cuando lo unico que son es más muerte, crees que es el principio algo que sólo es un canario tirado por el váter. La vida te la ha jugado y tú lo sabes, pero si no te mueres, ¿que es lo que te queda? Me gustaría ser Miguel Strogoff y estar ciego para sólo ver lo que quiero, pero esto es lo que hay, o lo tomas o lo dejas.

martes, 30 de noviembre de 2010

Ciudad Cero














Ángel González, Ciudad Cero

Una revolución.
Luego una guerra.
En aquellos dos años -que eran
la quinta parte de toda mi vida-,
yo había experimentado sensaciones distintas.
Imaginé más tarde
lo que es la lucha en calidad de hombre.
Pero como tal niño,
la guerra, para mí, era tan sólo:
suspensión de las clases escolares,
Isabelita en bragas en el sótano,
cementerios de coches, pisos
abandonados, hambre indefinible,
sangre descubierta
en la tierra o las losas de la calle,
un terror que duraba
lo que el frágil rumor de los cristales
después de la explosión,
y el casi incomprensible
dolor de los adultos,
sus lágrimas, su miedo,
su ira sofocada,
que, por algún resquicio,
entraban en mi alma
para desvanecerse luego, pronto,
ante uno de los muchos
prodigios cotidianos: el hallazgo
de una bala aún caliente
el incendio
de un edificio próximo,
los restos de un saqueo
-papeles y retratos
en medio de la calle...
Todo pasó,
todo es borroso ahora, todo
menos eso que apenas percibía
en aquel tiempo
y que, años más tarde,
resurgió en mi interior, ya para siempre:
este miedo difuso,
esta ira repentina,
estas imprevisibles
y verdaderas ganas de llorar.

















Hay otros mundos, y están aquí.

lunes, 29 de noviembre de 2010

El infierno


















Escrito de acusación contra Aribert Heim, el "Doctor Muerte", médico oficial de las SS en la enfermería del campo de concentración de Mauthausen, del fiscal Wieser, de Baden Baden (Alemania), fechado el 11 de junio de 1979:

Caso número 1: "Tras la llegada de un transporte de judíos desde Holanda, el acusado eligió dos chicos jóvenes y, después de haber comprobado su dentadura perfecta, les prometió la libertad si se dejaban hacer una pequeña operación inofensiva. Fiándose de que un oficial de las SS sería fiel a su promesa, los citados se dejaron intervenir. En la sala de operaciones de la enfermería, el acusado los anestesió y abrió el tórax y el vientre para sacarles los órganos internos. Cuando la primera víctima, a la que extrajo el corazón, había muerto, hizo lo mismo con la segunda y la asesinó con una inyección letal. Después cortó la cabeza a los dos cadáveres y las quemó en el crematorio del campo para exhibirlas como pieza de exhibición".

Caso número 2: "Preso de 35 a 40 años, judío, sano... En la mesa de operaciones, el asistente sanitario colocó al joven. Cuando el preso comprendió cuál era su destino, le dijo al acusado: 'Bueno, asesino de masas, haz lo que tengas que hacer'. El acusado le golpeó con el puño, después le puso la inyección letal en el corazón y abrió el cuerpo para extraer el hígado".

Caso número 3: "Un preso judío de Praga se presentó con una hinchazón en la pierna izquierda. El acusado le dijo que le iba a operar. Cuando el hombre desnudo estuvo sobre la mesa de operaciones, le abrió el vientre sin anestesia y sacó el hígado, el intestino y el bazo. La víctima murió sufriendo de modo atroz".

Caso número 4: "Un viejo preso judío se presentó en la enfermería con una hernia abdominal. En vez de operar la hernia, le abrió el vientre, hurgando en la cara intestinal y, mortalmente herido, lo asesinó con una inyección letal".

Caso número 5: "Un joven judío de 14 años. En la mesa de operaciones se despidió espiritualmente de su madre con las manos en posición de rezo. El acusado le había explicado por qué tenía que morir: 'Los judíos son culpables de la guerra'. Tras un intercambio de palabras, le asesinó con una inyección letal, como a otros presos hebreos que se presentaron allí que fueron igualmente asesinados".

















Hay otros mundos, pero están en este.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Proverbios del infierno


















William Blake

En tiempo de siembra, aprende; en tiempo de cosecha, enseña; en invierno, goza.
Conduce tu carro y tu arado sobre los huesos de los muertos.
El camino del exceso lleva al palacio del saber.
La Prudencia es una vieja solterona, rica y fea, que la Incapacidad corteja.
Aquel que desea pero no actúa, engendra peste.
El gusano perdona al arado que lo corta.
Sumerge en el río a aquel que ama el agua.
El necio no ve el mismo árbol que ve el sabio.
Aquel cuyo rostro no irradie luz, jamás será una estrella.
La Eternidad está enamorada de los frutos del tiempo.
La abeja laboriosa no tiene tiempo para el pesar.
Las horas de la locura las mide el reloj, pero ningún reloj puede medir las horas de la sabiduría.

















Todo alimento sano se logra sin red ni cepo.
Usa número, peso y medida en año de escasez.
Ninguna ave se remonta demasiado, si lo hace con sus propias alas.
Un cuerpo muerto no venga injurias.
Tu acto más sublime es poner a otro delante de tí.
Si el necio persistiera en su necedad, se tornaría sabio.
Locura, capa de la villanía.
Vergüenza, capa del orgullo.
Las prisiones son edificadas con piedras de la Ley, los burdeles con ladrillos de la religión.
El orgullo del pavo real es la gloria de Dios.
La lujurias del chivo es la generosidad de Dios.
La ira del león es la sabiduría de Dios.
La desnudez de la mujer es obra de Dios.
El exceso de pena ríe. El exceso de gozo llora.
El rugido de los leones, el aullido de los lobos, la ira del tempestuoso mar y la espada destructiva son porciones de eternidad demasiado grandes para el ojo humano.
El zorro condena la trampa, pero no a sí mismo.
El gozo fecunda. El dolor engendra.
Dejad que el hombre vista la piel del león y la mujer el vellón de la oveja.
El ave un nido, la araña una tela, el hombre la amistad.
El egoísta necio que sonríe y el necio sombrío y ceñudo serán tenidos por sabios y se tornarán la norma.
Lo que hoy está demostrado, una vez fue imaginado.
La rata, el ratón, el zorro, el conejo, cuidan de las raíces; el león, el tigre, el caballo, el elefante, de los frutos.
La cisterna contiene, la fuente rebosa.
Un pensamiento llena la inmensidad.
Si estás siempre pronto a expresar tu opinión, el vil te evitará.
Todo lo que es creíble, es una imagen de la verdad.
Nunca perdió el águila tanto tiempo como cuando se sometió a la enseñanza del cuervo.
El zorro se provee a si mismo; pero Dios provee al león.
Medita en la mañana. Obra al mediodía. Come al atardecer. Duerme en la noche.

















Quien ha soportado que abuses de él, te conoce.
Así como el arado sigue las palabras, Dios recompensa las plegarias.
Los tigres de la cólera son más sabios que los caballos del saber.
Espera veneno del agua estancada.
Nunca sabrás lo que es suficiente a menos que sepas lo que es más que suficiente.
¡Escucha el reproche de los necios! ¡Es un título real!
Los ojos de fuego, la nariz de aire, la boca de agua, la barba de tierra.
El débil en denuedo es fuerte en astucia.
Nunca pregunta el manzano al haya cómo crecer, ni el león al caballo cómo lograr su presa.

















Quien recibe agradecido, fructifica abundante cosecha.
Si otros no hubieran sido necios, nosotros lo seríamos.
El alma rebosante de dulce deleite jamás será profanada.
Cuando ves un águila, ves una porción de genio: ¡Yérguete!
Así como la oruga elije las hojas más bellas para posar sus huevos, así el sacerdote deja caer su maldición en los gozos más dulces.
Crear una pequeña flor es trabajo de siglos.
La maldición vigoriza; la bendición relaja.
El mejor vino es el más añejo, la mejor agua es la más nueva.
Las plegarias no aran; las alabanzas no cosechan.
Las alegrías no ríen. Las tristezas no lloran.
La cabeza, lo Sublime; el corazón, el Pathos; los órganos genitales, lo Bello; las manos y los pies, la Proporción.
Como el aire al pájaro o el agua al pez, así es el desprecio para el despreciable.
La corneja quisiera que todo fuera negro; el búho, que todo fuese blanco.
Exuberancia es Belleza.
Si el león fuera aconsejado por el zorro, sería astuto.
El Progreso construte caminos rectos, pero los tortuosos caminos sin progreso son los caminos del genio.
Antes asesina a un niño en su cuna que nutras deseos que no realices.
Donde no está el hombre, la naturaleza es estéril.
La verdad nunca puede ser dicha de modo que sea comprendida sin ser creída.
¡Suficiente! o Demasiado.