Claude Gellée, nacido en Lorena, desarrolló la mayor parte de su carrera en Italia, como Poussin, y murió en Roma. El fue quien orientó la pintura francesa del siglo XVII hacia el paisaje de los holandeses, partiendo de la tradición paisajista del clasicismo barroco se convertirá en el creador del paisaje idealizado y de toda una nueva escuela en el paisajismo. Su innovación radica en darle valor al paisaje por si solo, a la observación del color y su desarrollo con los cambios de la luz a lo largo del día, esto lo consigue partiendo del estudio de otros maestros como de Anibal Carracci y de Domenichino, y de una constante y minuciosa observación de la naturaleza, precediendo a los paisajistas ingleses y a los impresionistas. El pintor capta el efecto de una luz determinada sobre las formas sólidas que hace que parezcan borrosas y etéreas. Defiende un concepto de la luz que compartía con pintores de su época como Vermeer y con otros posteriores a él, como Constable y Turner. Solía decir que vendía sus paisajes y regalaba los personajes que en ellos aparecían. En sus cuadros las figuras son minúsculas; lo predominante es el panorama, un panorama idealizado, pero que produce emoción, con sus juegos de luz y sus profundas perspectivas.
Los años cuarenta marcaron la plena definición del estilo de Claudio de Lorena en una linea de monumentalidad en los paisajes y vistas portuarias. Los lienzos adquirieron un esquema compositivo fijo en el que, dentro de un dominio de la simetría, hay siempre un primer plano teatral en donde aparecen los personajes relativos al tema del cuadro. A los lados grandes construcciones clásicas que encierran la composición como si fuese un decorado escénico. Al fondo el horizonte marcado por la gradación de la luz.
Los años cuarenta marcaron la plena definición del estilo de Claudio de Lorena en una linea de monumentalidad en los paisajes y vistas portuarias. Los lienzos adquirieron un esquema compositivo fijo en el que, dentro de un dominio de la simetría, hay siempre un primer plano teatral en donde aparecen los personajes relativos al tema del cuadro. A los lados grandes construcciones clásicas que encierran la composición como si fuese un decorado escénico. Al fondo el horizonte marcado por la gradación de la luz.
Sus marinas se difundieron con extraordinario éxito por toda Europa. Su celebridad produjo una gran cantidad de falsificaciones lo que llevo al pintor a reproducir en tamaño reducido todos los encargos que realizaba, esto es el llamado Liber Veritatis actualmente conservado en el Museo Británico de Londres. Era un gran dibujante del natural, estudia con la pluma y la aguada los medios para evocar el espacio y los reflejos mediante contrastes luminosos. Determina el paisaje en función de la intensidad de la iluminación y de los matices de la atmósfera, anunciando así la representación impresionista de una realidad lumínica constantemente efímera.
La luz determina el tratamiento del color, del espacio y de la composición por entero.
En sus vistas de puertos de mar hace a la luz protagonista. Buscando los efectos del sol fija una ancha linea del horizonte, abriendo luego un canal central de agua hasta el primer término, que aparece flanqueado por arquitecturas de palacios y muelles y por veleros y botes. Estaba muy atento a la composición del cuadro que subdividía en planos para llegar a una compaginación simétrica de la imagen: a unos dos quintos de la altura de la tela, situaba en primer plano la escena sobre una especie de escenario ideal con las figuras flanqueadas por edificios, mientras realzaba con una justa distribución de las masas y con la gradación de la luz la importancia del fondo paisajístico. El paisaje se hace autónomo, ya no es un decorado teatral , se convierte en el tema principal del cuadro. Al presentar un panorama , el pintor interpone la propia visión interior. Busca la naturaleza que ama e idealiza. Como diría Goethe: "Estos cuadros poseen la mayor de las verdades, sin sombra de la realidad".
La luz determina el tratamiento del color, del espacio y de la composición por entero.
En sus vistas de puertos de mar hace a la luz protagonista. Buscando los efectos del sol fija una ancha linea del horizonte, abriendo luego un canal central de agua hasta el primer término, que aparece flanqueado por arquitecturas de palacios y muelles y por veleros y botes. Estaba muy atento a la composición del cuadro que subdividía en planos para llegar a una compaginación simétrica de la imagen: a unos dos quintos de la altura de la tela, situaba en primer plano la escena sobre una especie de escenario ideal con las figuras flanqueadas por edificios, mientras realzaba con una justa distribución de las masas y con la gradación de la luz la importancia del fondo paisajístico. El paisaje se hace autónomo, ya no es un decorado teatral , se convierte en el tema principal del cuadro. Al presentar un panorama , el pintor interpone la propia visión interior. Busca la naturaleza que ama e idealiza. Como diría Goethe: "Estos cuadros poseen la mayor de las verdades, sin sombra de la realidad".
Desde 1660 aproximadamente, evoluciona hacia posturas extremas, dentro de su lenguaje. Los matices de la aurora o del crepúsculo cobran una nueva e inquietante intensidad, surge una tendencia a la asimetría y mayores atrevimientos compositivos o cromáticos sin perder por ello el ritmo de su visión equilibrada y armónica de la naturaleza, que le convierten en el gran maestro del paisaje clasicista. Su principio de análisis de la luz influirá notablemente en el siglo XVIII, y no sólo en la pintura, sino también en la poesía y el paisajismo.