sábado, 13 de marzo de 2010

Tiemblo













Tiemblo, mi cabeza se mueve como la de un pollo decapitado. Ideas sin parar, a toda velocidad, ideas inútiles como los niños muertos, como las madres que nos aman esperando nubes de algodón, disculpas a su sacrificio, justificación a su martirio, su vida entregada a la tortura de su (pobre) hombre, al veneno que les enseñaron esos fariseos de sotana sibilina, esos vampiros que se desplazan lamiendo el oro, o el cobre, o la sangre de sus fieles. La voz de Dios, ese (castrato) ser supremo que se arrastra en la noche susurrando en las orejas: tú eres guay, tú eres guay, tú eres guay; se buena, se bueno...

3 comentarios:

  1. No seré razonable, no seré buena, no seré nada de lo que los demás esperan. El dolor me ciega. Arrojaré mis poemas a la hoguera, yo misma inmolaré mis sueños, lo querido se desprenderá de mí, ¡A quién podría importarle¡ No seré más que palabras suspendidas en el tiempo, alimentando su torturado ego.

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  2. Palabras, una tras otra, como los días de una vida que se esfuma entre vanas esperanzas y recuerdos marchitos. Tal vez la limpia sensación del dolor, sirva para algo, para sentirnos vivos todavía.

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  3. "Todo aquel maldito silencio, aquel vacío. Intentas orientarte, pero es demasiado grande (...), no hay mundo, no hay tierra, no hay nada. En el fondo es eso, al final todo es mentira. El único sitio en donde existes es en tu cabeza"
    El palacio de la luna, Paul Auster.

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