lunes, 1 de junio de 2009
La tauromaquia III
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid, 27 de mayo del 2009, vigesimoprimera corrida de feria de San Isidro. Casi lleno. Toros de Palha, de excelente presentación, serios y con cuajo; bravos en los caballos.
El diestro Israel Lancho, se perfiló para estoquear al sexto de la tarde, Sevilhano, un animal de 609 kilos, encastado y fiero, que en el momento del encuentro, lo enganchó con el astifino pitón derecho en el pecho, lo levanto en vilo por dos veces y lo lanzó contra la arena, mientras el torero gritaba y se retorcía de dolor como un pelele; moría la bestia en el ruedo.
El parte médico dice que el matador sufre una herida con orificio de entrada en el hemitórax izquierdo con una trayectoria ascendente de 20 centímetros penetrante en la cavidad torácica y orificio de salida en el quinto espacio intercostal. Neumotórax y hemotórax. El pronóstico es muy grave.
Nada nuevo bajo el sol de España
Plaza de toros de Madrid, 11 de mayo del 1801. Toros de Peñaranda de Bracamonte,temibles toros castellanos, grandes, broncos y bien armados.
José Delgado Guerra, llamado Pepe-Hillo, torero favorito de la corte, tenía 46 años y casi no sabia leer ni escribir pero se había preocupado por que el toreo fuese considerado un Arte; dictó a su amigo José de la Tixera, Tauromaquia o el Arte de torear, una obra publicada en 1796 en el que se establecen los parámetros de lo que debía ser el toreo a pie, intentando dar coherencia a la faena desde la salida del toro al ruedo hasta su muerte.
Al entrar a matar al séptimo toro de la tarde, un astifino negro zaino, de nombre Barbudo, a la derecha del toril, y en el momento de colocarle media estocada, superficial y contraria, el astado le empitona. Así lo describe José de la Tixera, presente en el festejo: "enganchó al diestro con el pitón derecho por el cañón izquierdo de los calzones y le tiró por encima de la espaldilla al suelo, cayendo boca arriba. El toro le acometió de nuevo, levantándole y campaneándole, todo con el mismo cuerno por la boca del estómago, y así, en distintas posiciones, le tuvo más de un minuto." Trato de hacerle el quite el picador Juan López, procurando ponerle una vara a caballo levantado, pero no sirvió de nada, el matador quedo moribundo sobre la arena, acabando su vida un cuarto de hora después en la enfermería "donde se le administraron todos los socorros espirituales."
Goya estuvo allí.
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