martes, 2 de junio de 2009

El desprecio












No tengo palabras, tampoco sentimientos (aunque tal vez el vacío, el deseo de morir, sean un sentimiento).
Un brillante cielo azul turquesa sobre el mar, una voz de mujer, y las niñas saltando entre las olas.
El juego con los amigos, la merienda, el sabor del mar y el chirriar de la arena entre los dientes, también la vuelta a casa y el soñar con los piratas y las velas de los barcos; todos esos hechos pasados, son como cuchillas de afeitar que marcan mi frente y mis brazos, mis pies y mi corazón. El retorno al pasado es como un viaje a Saturno, una caldera de lava al rojo en la que me sumerjo sin flotador, un hueco en el alma dolorida que queremos rellenar con imágenes ya muertas, como estatuas griegas decapitadas, o sin miembros, detenidas en el tiempo, prestas a gritar pero con la lengua arrancada, únicamente pasado.
Vestigios de veranos eternos, sólidos en el calor y las ilusiones, dichosos en la ignorancia del destino, largos por el infinito cielo y la soledad de la noche. Veranos del País de iras y no volverás, como las cabezas de las muñecas que desaparecían en el cajón de los juguetes entre las canicas y las chapas, o como los grillos que una noche dejaban de cantar. Sólo eran deseos de una esperanza. Hoy ya no existe nada de todo aquello, sólo el desprecio.

"Ya la noche contempla las estrellas. Y nuestra alegría se metamorféa rápidamente en llanto hasta que el mar se cierre sobre nosotros".- Dante Alighieri

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