“El carácter es la mitad del destino”, escribió Beatrice en el comentario a una entrada de LLOVIENDO PIEDRAS, en el terrible mes de diciembre pasado. Yo no conocía esa frase de Raoult Guerin de la Graserie, filósofo frances del siglo XIX; yo la que conocía era la cita de Heráclito: “El carácter es el destino”. Heráclito el Oscuro, el filósofo presocrático que afirmaba que el fundamento de todo está en el cambio incesante, que el ente deviene y todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa. “Todo fluye, todo cambia, nada permanece” Es la teoría del Eterno Retorno que más tarde presentará Nietzsche (en 1885) en Así habló Zaratustra. “En un río entramos y no entramos pues somos y no somos [los mismos]”, dijo Heráclito, lo que Platón transcribió como “Ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río”; pensamiento que tal vez sirvió a Borges para escribir esa pequeña obra maestra titulada El inmortal, que aparece en El Aleph.
“El carácter es el destino”, es una frase que siempre me anduvo rondando por la cabeza y alguna vez, no se si con razón o sin razón, me sirvió para explicar ciertos acontecimientos y ciertos comportamientos que marcaron mi vida y mi destino.
Me recuerda al cuento del escorpión y la rana, en él que el escorpión convence a la bondadosa ranita para que le ayude a cruzar el río y como a la mitad del trayecto le clava el aguijón, produciendo la muerte de ambos, y ante la atónita pregunta de la rana el escorpión contesta: "no he podido evitarlo es mi naturaleza".
Frederick Nietzsche había escrito: "El que tiene un carácter, tiene también una vivencia típica, que siempre se repite". Este Eterno Retorno, donde la experiencia se repite una y otra vez, debido al carácter, se sobrepone al destino. ¿O debemos pensar, por el contrario, que el destino siempre se impondrá a la vida, y que, como Edipo, siempre seremos sus esclavos?

En la ceremonia de entrega del premio Cervantes 2004, Rafael Sánchez Ferlosio, el escritor premiado, partiendo de la obra de Walter Benjamin, Destino y carácter, disertó sobre su significado:
“De un lado, el carácter, con su inmediata irrupción, me remitió enseguida a los personajes de tebeo: de éstos se recordaba vivazmente la manifestación, ¿pero quién podía acordarse de algún argumento? A la llamada del paradigma personajes de manifestación empezaron a bajar de las montañas —y específicamente de la literatura de reír— los personajes de tebeo, los payasos del circo, Charlot, los distintos repartos de marionetas italianas o francesas, con nombres permanentes, y, por supuesto, Don Quijote y Sancho Panza. La sin par naturaleza de Don Quijote estaba en ser un personaje de carácter cuyo carácter consistía en querer ser un personaje de destino.”
“Y, de otro lado, el destino, donde lo que se pone en juego es la acción con sentido, la proyección de intenciones y designios, los trabajos racionalmente dirigidos al logro de los fines".
“Aristóteles, en su defensa del argumento, percibe claramente el achaque de la historia: su deficiencia en conexiones lógicas; pero al preferir el tipo de argumento que aporta la ficción, siempre mejor o peor trabado, y apagar la contingencia, parece buscar la paz del alma, eligiendo, frente a la turbadora turbulencia de los hechos, la limpia e inteligible consecuencia lógica. El amor a la consecuencia o congruencia se revela como un sedante estético: al estridente, rayante, chirriante, incomprensible, zumbido y frenesí de un mundo malo, todos prefieren la música. Así Aristóteles, hijo de médico, recetaba la medicina de la racionalidad de una forma que no era más que un placebo frente a un mundo que seguía imperando como pura sinrazón. En su Estética, a despecho de su inmenso talento, Aristóteles era ya un buen burgués, que prefería la injusticia al desorden. Siguen, pues, la doctrina aristotélica los autores que dicen que la ficción revela mejor que la crónica la naturaleza de los hechos.”
“Sólo años después llegó a mis manos el ensayo de Walter Benjamin, Destino y carácter. Aquí, lo primero que hace el autor es separar netamente ambas nociones y sobre todo su conexión, al parecer originariamente derivada de una oscura interpretación de una oscura sentencia de tres palabras de Heráclito el Oscuro. Al cabo de lo cual, cita una frase de Nietzsche, que me fue decisiva; ésta: El que tiene carácter tiene también una experiencia que siempre vuelve. Y esto significa —comenta Benjamin— que si uno tiene carácter, su destino es esencialmente constante; lo cual, a su vez, significa —y esta consecuencia ha sido tomada de los estoicos— que no tiene destino”.
Ferlosio utilizó a Hegel para explicar como en el orden del destino la felicidad no tiene sitio. "En el castellano de hoy en día, felicidad y satisfacción vienen a usarse como palabras casi sinónimas, lo cual me hace pensar si no será que en un mundo de sujetos cada vez más dominados por el paradigma competitivo del ganar y perder el lugar de la felicidad viene siendo usurpado y colmado por la satisfacción como única forma conocida de contento humano".
El escritor cree que la mejor definición de destino está en “el refrán más espléndido y a la vez más terrible del idioma español: El potro que ha de ir a la guerra, ni lo come el lobo ni lo aborta la yegua. Las dos desgracias de las que el potro sale salvo son desgracias de la vida, mientras que la desgracia de ir a la guerra, en que hallará la perdición, es, en cambio, por antonomasia, una desgracia de la historia.”

Me recuerda al cuento del escorpión y la rana, en él que el escorpión convence a la bondadosa ranita para que le ayude a cruzar el río y como a la mitad del trayecto le clava el aguijón, produciendo la muerte de ambos, y ante la atónita pregunta de la rana el escorpión contesta: "no he podido evitarlo es mi naturaleza".
Frederick Nietzsche había escrito: "El que tiene un carácter, tiene también una vivencia típica, que siempre se repite". Este Eterno Retorno, donde la experiencia se repite una y otra vez, debido al carácter, se sobrepone al destino. ¿O debemos pensar, por el contrario, que el destino siempre se impondrá a la vida, y que, como Edipo, siempre seremos sus esclavos?

En la ceremonia de entrega del premio Cervantes 2004, Rafael Sánchez Ferlosio, el escritor premiado, partiendo de la obra de Walter Benjamin, Destino y carácter, disertó sobre su significado:
“De un lado, el carácter, con su inmediata irrupción, me remitió enseguida a los personajes de tebeo: de éstos se recordaba vivazmente la manifestación, ¿pero quién podía acordarse de algún argumento? A la llamada del paradigma personajes de manifestación empezaron a bajar de las montañas —y específicamente de la literatura de reír— los personajes de tebeo, los payasos del circo, Charlot, los distintos repartos de marionetas italianas o francesas, con nombres permanentes, y, por supuesto, Don Quijote y Sancho Panza. La sin par naturaleza de Don Quijote estaba en ser un personaje de carácter cuyo carácter consistía en querer ser un personaje de destino.”
“Y, de otro lado, el destino, donde lo que se pone en juego es la acción con sentido, la proyección de intenciones y designios, los trabajos racionalmente dirigidos al logro de los fines".
“Aristóteles, en su defensa del argumento, percibe claramente el achaque de la historia: su deficiencia en conexiones lógicas; pero al preferir el tipo de argumento que aporta la ficción, siempre mejor o peor trabado, y apagar la contingencia, parece buscar la paz del alma, eligiendo, frente a la turbadora turbulencia de los hechos, la limpia e inteligible consecuencia lógica. El amor a la consecuencia o congruencia se revela como un sedante estético: al estridente, rayante, chirriante, incomprensible, zumbido y frenesí de un mundo malo, todos prefieren la música. Así Aristóteles, hijo de médico, recetaba la medicina de la racionalidad de una forma que no era más que un placebo frente a un mundo que seguía imperando como pura sinrazón. En su Estética, a despecho de su inmenso talento, Aristóteles era ya un buen burgués, que prefería la injusticia al desorden. Siguen, pues, la doctrina aristotélica los autores que dicen que la ficción revela mejor que la crónica la naturaleza de los hechos.”
“Sólo años después llegó a mis manos el ensayo de Walter Benjamin, Destino y carácter. Aquí, lo primero que hace el autor es separar netamente ambas nociones y sobre todo su conexión, al parecer originariamente derivada de una oscura interpretación de una oscura sentencia de tres palabras de Heráclito el Oscuro. Al cabo de lo cual, cita una frase de Nietzsche, que me fue decisiva; ésta: El que tiene carácter tiene también una experiencia que siempre vuelve. Y esto significa —comenta Benjamin— que si uno tiene carácter, su destino es esencialmente constante; lo cual, a su vez, significa —y esta consecuencia ha sido tomada de los estoicos— que no tiene destino”.
Ferlosio utilizó a Hegel para explicar como en el orden del destino la felicidad no tiene sitio. "En el castellano de hoy en día, felicidad y satisfacción vienen a usarse como palabras casi sinónimas, lo cual me hace pensar si no será que en un mundo de sujetos cada vez más dominados por el paradigma competitivo del ganar y perder el lugar de la felicidad viene siendo usurpado y colmado por la satisfacción como única forma conocida de contento humano".
El escritor cree que la mejor definición de destino está en “el refrán más espléndido y a la vez más terrible del idioma español: El potro que ha de ir a la guerra, ni lo come el lobo ni lo aborta la yegua. Las dos desgracias de las que el potro sale salvo son desgracias de la vida, mientras que la desgracia de ir a la guerra, en que hallará la perdición, es, en cambio, por antonomasia, una desgracia de la historia.”

A los cuarenta y ocho años de edad, Walter Benjamin, el filósofo materialista alemán y crítico literario, traductor de Proust y Baudelaire, encontró su destino a pesar de su carácter, ya en la frontera de España, en Portbou, donde había conseguido llegar formando parte de un grupo de refugiados judíos, escapando de los nazis. Ante el miedo a ser entregado a la Gestapo por las autoridades españolas, se suicida con una sobredosis de morfina.
“En una situación sin salida, no tengo otra elección que la de terminar. Es en un pequeño pueblo situado en los Pirineos, en el que nadie me conoce, donde mi vida va a acabarse. Le ruego que transmita mis pensamientos a mi amigo Adorno y que le explique la situación a la cual me he visto conducido. No dispongo tiempo suficiente para escribir todas las cartas que habría deseado escribir.”
“En una situación sin salida, no tengo otra elección que la de terminar. Es en un pequeño pueblo situado en los Pirineos, en el que nadie me conoce, donde mi vida va a acabarse. Le ruego que transmita mis pensamientos a mi amigo Adorno y que le explique la situación a la cual me he visto conducido. No dispongo tiempo suficiente para escribir todas las cartas que habría deseado escribir.”
..el destino une algunos caracteres, nada mas ver imagen de ese bello culo encima de un alacrán, recordé el cuento de la rana, antes de llegar a la parte en que lo citas, y el escorpión y todavía hoy por la mañana para hablar de una persona poco fiable, a pesar de su beatífica apariencia, a la que conozco mencione esa historia.
ResponderEliminar¡..el destino y las casualidades...!
Me ha gustado mucho Asfi.
El destino (que no la casualidad ni la pura contingencia) es un concepto dinámico, como el concepto mismo de existencia. Una circunstancia concreta se convierte en el momento a partir del cual nuestra vida cambia. Es la relación sujeto-mundo. Un mismo hecho no importa por sí sino por la conmoción interior que produce.
ResponderEliminar"El carácter es la mitad de el destino" es un bucle.¿Me pasa porque yo soy así,o soy así por lo que me pasa?.
ResponderEliminar¿Verdaderamente el carácter está en los genes?.Yo creo que una pequeñisima parte.El problema es el eterno retorno del que hablas.Si te fijas las desgracias familiares más peregrinas se repiten de generación en generación.Somos lo que hemos visto,lo que nos han enseñado a ser.La etiqueta que te ponen a los cinco años,es el peor daño que se puede hacer a un ser humano.
Por eso,huye de todo lo que crees que eres,de todo lo que crees que no puedes hacer,rebélate contra tú destino,es decir,contra tí mismo.Se un lienzo en blanco toda tu vida,no te creas nada de lo que te dicen y busca tu propio camino.
"-.Por eso,huye de todo lo que crees que eres,de todo lo que crees que no puedes hacer...-"
EliminarDe este modo no puede llegar a superarse una persona, ergo, iluminarse (que es a lo que apuntas, creo). Si corrigieras eso, aunque banal, estoy de acuerdo... Interesantes todos lo comentarios. Facundo
El carácter es el destino porque el carácter marca nuestro final individual y colectivo, esto lo digo porque tras leer su artículo (prefiero este término al de post), he recordado una frase de no recuerdo quién que reza: "Cada uno muere de la forma que por carácter le corresponde".
ResponderEliminarSalud y Amistad
El carácter es una broma del destino. Y hay que tener cuidado con los que confunden el carácter con el mal carácter, la ira, la tozudez o la violencia, causa de muchos males y a nivel político uno de los herrores (horrores) de los "ideólogos" del nazismo que confundieron la filosofía de Nietzsche del eterno retorno y el super hombre, con la muerte y la destrucción de todo aquello que no fuese su propia estupidez.
ResponderEliminarEso del carácter es el destino me suena a "una unidad de destino en lo universal".
ResponderEliminarEl carácter es una broma del destino... o el destino es simplemente una broma?
ResponderEliminarFortuna, por qué precisamente tú tenías que ser la más caprichosa de todas las diosas?
X-C, me ha gustado muchísimo.
EH LLEGADO A LA EDAD MADURA DE DARME CUENTA QUE SOY UN ESCORPION Y LO ESTOY ACEPTANDO,ES LO QUE SOY, SOLO DEBO APRENDER A VIVIR CON MI NATURALEZA XQ ASI LO QUIZO DIOS,NO INVENTAMOS NADA SOLO DESCUBRIMOS Y LE DAMOS VIDA ATRAVES DE LA IMAGINACION,ATRAVIESA NUESTRA MENTE DESDE UN UNIVERSO QUE DISPARA SU MISION.
ResponderEliminar«Negando aquello que han hecho de nosotros, hacemos lo que somos» ... y parte de una afirmación mucho más contundente todavía ... «Estamos CONDENADOS a ser LIBRES» ... porque la libertad es el fundamento ontológico de nuestra existencia ... aún cuando «elijamos» dejar que otros hagan de nuestra vida lo que quieran ..."La única forma de ser libres es renunciando a nuestro destino". Sartre
ResponderEliminarEl carácter no existe es solo una repetición de manías y costumbres de nuestro ego. Cambia tus costumbres y cambiaras tu carácter.
J.J.