lunes, 16 de noviembre de 2009
El cartero (y Pablo Neruda)
Estaba viendo el partido de la Selección en el bar de debajo de casa, mientras intentaba leer en El PAÍS, un articulo de Fernando Sabater sobre la enseñanza en España, que no pude terminar, era como en El discreto encanto de la burguesía, siempre pasaba algo que impedía cenar a los comensales. Estuve hablando con el nuevo y joven camarero, Adriano (un hermoso nombre de emperador romano, de uno de los mejores además), de literatura; yo le explicaba el inicio de El hombre ilustrado de Ray Bradbury porque me acababa de enseñar su nuevo tatuaje con el nombre de su hijita. Después él me dijo como le gustaba Cien años de soledad y también Memoria de mis putas tristes. Hoy me trajo el DVD de El cartero (y Pablo Neruda) y me contó indignado como su ex se había dormido mientras la veían juntos.
Ahora acabo de verla otra vez, he conseguido no llorar cada vez que susurraba el bandoneón, cada vez que escuchaba al cartero decir metáforas, cada vez que veía el precioso cielo azul turquesa sobre el mar antiguo, cada vez que veía al poeta, a Phillipe Noiret, moverse como si fuese el Nobel chileno, mientras recordaba con él todas las películas de Buñuel en las que trabajó, y en las que no, y me acordaba de todos aquellos que se fueron de España y de todos aquellos que se murieron en España. He visto la película apoyado en los dedos de mis pies, apenas me atrevía a respirar, por miedo a que se apagase la belleza. Ahora ya se terminó y me he quedado con el agridulce sabor de la vida y la muerte, de la esperanza en los sueños, y del frío descanso del mármol.
Redes tristes, si, las redes son tristes, por eso sí San Pedro hubiese existido, lo hubiesen crucificado cabeza abajo porque las redes son tristes y un pescador (un muerto de hambre) no merece morir de pie.
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...que bello es sentir, responder al estímulo de lo hermoso con sensibilidad, dejar que tu respuestas las dicte el alma, ésta se nos muestra en forma de encogimiento de estómago, suspiro, sollozo, carne trémula, carcajada, lágrima o escalofrío. La poesía puede estar o ser en tantas cosas, la única condición es que también esté en tu alma....
ResponderEliminarTus palabras también van y vienen como esa marea. Un placer leerte.
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