martes, 3 de noviembre de 2009

El amor














Levanté la sábana que tapaba tus pies, y los besé con amor, agarré tus tobillos y escalé tus piernas con las yemas de mis dedos, miré tu sexo una vez más, y rocé tu ombligo con mi dedo corazón, besé tu barriga, y apreté mi rostro contra ella, como si me sintieses quererte; dejé caer mi saliva sobre tu vientre, para hacer círculos con mi mano, antes de rozar tus pechos, antes de estrujarlos con fuerza y pellizcar tus pezones, y humedecerlos con mi lengua; después te mordisqueé la barbilla antes de absorber tu labio inferior y meter mi lengua entre tus dientes. Te besé los ojos, los dos y te lamí las cejas, aplasté tus orejas contra tus sienes, mientras acariciaba tu nuca con mis dedos llenos de tu pelo negro. Te abracé con fuerza loca, con fuerza sobrehumana, con toda la fuerza de la que era capaz, te bese otra vez en los labios y me tumbe a tu lado, con los pies estirados hacia el cielo, mirando al techo, me metí la pistola en la boca y disparé.

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