lunes, 7 de septiembre de 2009
Peter Pan (Loisel)
«Y por fin, en un imperceptible y elíptico crepúsculo, el sol descendió, y de un blanco ardiente pasó a un rojo desvanecido, sin rayos y sin luz, dispuesto a desaparecer súbitamente, herido de muerte por el contacto con aquellas tinieblas que cubrían a una multitud de hombres»
«El sol se puso. La oscuridad descendió sobre las aguas y comenzaron a aparecer luces a lo largo de la orilla. El faro de Chapman, una construcción erguida sobre un trípode en una planicie fangosa, brillaba con intensidad. Las luces de los barcos se movían en el río, una gran vibración luminosa ascendía y descendía. Hacia el oeste, el lugar que ocupaba la ciudad monstruosa se marcaba de un modo siniestro en el cielo, una tiniebla que parecía brillar bajo el sol, un resplandor cárdeno bajo las estrellas.
—Y también éste —dijo de pronto Marlow— ha sido uno de los lugares oscuros de la tierra.»
El corazón de las tinieblas.- Joseph Conrad, 1902
Regis Loisel es el creador de esta maravilla del noveno arte, más de quince años de trabajo, plasmados en seis álbumes, que reflejan un sueño pasado a papel y tinta, partiendo de la obra de J.M. Barrie de 1904, y rindiendo pleitesía al Peter Pan de la Disney.
Loisel reinventa el mito, nos explica su nacimiento y destrucción (y su salvación imposible); y como era su patria, la capital del Imperio de la reina Victoria, el espejo donde el Universo debía mirarse, la cúspide de la civilización —como luego lo fue, intentando imitarla, la Alemania nazi— el Londres de Jack el Destripador, donde la revolución industrial y el imperialismo habían creado un monstruo, donde a ningún padre le importaba que violasen a su hija siempre que tuviese acciones en la "royal act". En los muelles, las madres sólo querían un poco de ginebra y que el cerdo que las follaba por unos peniques no les hiciese mucho daño. Los bebes eran abandonados en los callejones y su única esperanza era que los orfanatos católicos los acogiesen para dar gusto a los páter.
Estamos en el infierno y ahí los niños son destruidos, les dan la vuelta por dentro y los pocos que sobreviven son empleados para acabar con el mundo entero, obedeciendo ordenes (de ahí viene la admiración de un cabo austriaco por su disciplina (la inglesa), igual que Lenin copio la Revolución Francesa, Hitler soñaba con el Imperio Británico y el estúpido orgullo de sus súbditos.
En Desde el infierno (From Hell, 1988-1999) Alan Moore, en una obra enciclopédica (o ciclópea) de más de 500 páginas describe los asesinatos de las prostitutas en los muelles (en 1888) por el medico de la reina para salvar el honor de la corona (que más da matar negros, o indios que villanos o putas). Los dibujos de la historia de Moore son fríos, un mar de tintas oscuras en blanco y negro, pero Doisel utiliza la cámara de Charles Chaplin (la misma de Charles Dickens), para enseñarnos la inocencia en el fango y la dignidad del ser humano. Esto lo consigue mediante perfilados dibujos y al enfrentamiento de los sepias (color mierda) y los fríos azules de Londres con los brillantes colores primaverales del País de Nunca Jamás, llenos de romanticismo (en el sentido histórico estético del término) y alejados del expresionismo de From Hell, dibujado por Eddie Campbell.
La furcia borracha que es la madre de Peter, o el intento de violación del niño, por un personaje que parece el mismo Fajin de Oliver Twist, antes de volar a Nunca Jamas, sirven de marco histórico en el Londres de Dickens para entender la historia. La única posibilidad de salir vivo de aquel estercolero, era la de ignorarlo, la de crear un mundo paralelo, donde los mayores, los hijos de puta, no existiesen, para eso hace falta un hada que nos rescate y mucha imaginación para poder volar hasta la segunda estrella a la derecha, todo recto hasta el amanecer.
El País de Nunca Jamas está habitado por faunos, hadas, sirenas, indios y piratas; sabremos quien es Pan y quien fue el capitán Garfio (Willy DeVille). Loisel nos contara como llegaron los niños perdidos a la isla y porque perseguía el cocodrilo, el Guardián es su nombre, a Garfio, llevando en la panza el tictac, que es el causante de terror del capitán (el paso del tiempo que todo lo devora).
El amor y la inocencia no es lo único que caracteriza a la infancia, también lo son el egoísmo y la crueldad con el débil, aunque sean reflejo de la sociedad que los engendra y los cría. Esto aparece perfectamente plasmado en este Peter Pan, que tiene muy poco de ñoño y mucho de realidad, y por tanto de dolor y sufrimiento.La fuerza de los personajes (iconos de la cultura popular) creados por Barrie, es trasladada a las planchas consiguiendo unos héroes de belleza inusitada, donde el bien y el mal tienen cabida por igual, son personajes llenos de imperfecciones, como si fuesen dioses del Olimpo, marcados por un inevitable destino.
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