jueves, 10 de septiembre de 2009

El guardián entre el centeno


















«Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilandolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan en él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno.»

«—Francamente, no se que decirte, Holden.
—Lo sé. Es muy dificil hablar conmigo. me doy cuenta.
—Me da la sensación de que avanzas hacia un fin terrible. Pero sinceramente, no sé qué clase de... ¿Me escuchas?
—Sí.
Se le notaba que estaba tratando de concentrarse.
—Puede que a los treinta años te encuentres un día sentado en un bar odiando a todos los que entran y tengan el aspecto de haber jugado al fútbol en la universidad. O puede que acabes de oficinista tirándole grapas a la secretaria más cercana. No lo sé. Pero entiendes adónde voy a parar, ¿verdad?
—Esta caída que te anuncio es de un tipo muy especial, terrible. Es de aquellas en que al que cae no se le permite llegar nunca al fondo. Sigue cayendo y cayendo indefinidamente. Es la clase de caída que acecha a los hombres que en algún momento de su vida han buscado en su entorno algo que éste no podía proporcionarles, o al menos así lo creyeron ellos. En todo caso dejaron de buscar. De hecho, abandonaron la búsqueda antes de iniciarla siquiera.»

No hay comentarios:

Publicar un comentario