Ahora el tiempo se ha ido, y ya no hay espacio, las emociones han sido esparcidas por el viento y su lugar ha sido ocupado por un sentimiento nuevo, el odio, limpio y frío, como un amanecer en el desierto de piedra, donde los amantes aúllan subiendo y bajando montañas, sumergiéndose en ríos de arena en busca de lo que ya no existe, utilizando como cedazo su corazón roto y como pala su lengua rajada de tanto blasfemar.
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