Irène Némirovsky escribió un manifiesto a la verdad, a la descripción minuciosa, como si de una bióloga se tratase, de la condición humana; de las peleas en la boca del hormiguero por conseguir comida y por no ser comida, por matar por vivir y por morir por no matar. Describe sin piedad al "pueblo francés", burgueses y plebeyos; como algunos escapan y algunos mueren, como obedecen y como espían, escondidos en la despensa, al invasor; envidiando a la parte del país que esta a salvo (bajo el gobierno de Vichy) Primero entregaran a los desconocidos, primero les robaran a ellos y después traicionaran a sus vecinos y por ultimo a su mujer, a su marido, a quien sea con tal de seguir vivos (son como los personajes filmados por Buñuel en Diario de una camarera).
No hay ningún asomo de la "legendaria resistencia francesa" (los comunistas españoles que siguieron luchando contra el fascismo), solo hay miseria dolor y muerte. La muerte de los inocentes, aunque nadie lo sea. La estupidez, la cazurrería y el desengaño de la Gran Guerra hacen que Francia caiga en una semana sin que nadie la defienda, sus políticos ya habían caído mucho antes cuando se habían bajado los pantalones ante el Fürher, no enviando armas a la República Española. Ahora los que no habían muerto eran fascistas, como Lavalle o Petain, satisfechos de su poder y de que les limpiasen "La Grande France".
Irène había escapado de la Rusia revolucionaria con su familia de banqueros millonarios en 1917. Establecidos en París, estudia en la Sorbona y se convierte en una escritora de éxito pero la invasión de Francia por los alemanes trueca el éxito y el dinero en misera y desolación. El 13 de julio de 1943 fue detenida por los gendarmes franceses (orden de detención de todos los judíos que ya llevaban la estrella amarilla) y es enviada a Auschwitz donde muere el 17 de agosto, por esta razón Suite Francesa se convierte en una Suit inacabada. Su marido sigue el mismo camino tres meses después y sus dos hijas salvan la vida escondidas por una amiga, en una habitación tapiada, hasta el final de la guerra.
Tuvo la suerte de asistir a la democracia del infierno; todas las judías desnuditas, en pellejo vivo, contemplaron la verdad, a donde nos lleva la fe, hasta donde es capaz de llegar un hombre, o una mujer, de como el sueño de la razón engendra monstruos, de como un imbécil, un tarado, puesto por los aristócratas y los industriales, supera todas las expectativas y muere de éxito, llevándose a todo (a todos) por delante.
..si Asfi, semos lo que somos, a veces escribimos novelas o hacemos películas o inventamos leyendas que hablan de la grandeza del ser humano y a menudo también cuando se muere un amigo o un enemigo lo elogiamos, ahora que ya no molesta...Pero todavía hay esperanza, hay algunas personas buenas, a alguien le gustaría pensar que no son ni "estadísitcamente siginificativas", lo que supondría que no "ejercen influencia" de ningún tipo, pero a pesar de que la mezquindad y la ruindad nos acechan, tu y yo sabemos que la esperanza es algo mas que un consuelo y que al final el "Bien Prevalecerá"
ResponderEliminarZapa Yeros
"Cuando los nazis llevaron a los comunistas
ResponderEliminaryo me callé.
Yo no era comunista.
Cuando los nazis encerraron a los
/socialdemócratas,
yo me callé.
Yo no era socialdemócrata..
Cuando llevaron a los católicos,
yo no protesté.
Yo no era católico.
Cuando me llevaron a mí,
ya no había nadie que pudiese protestar"
Martín Niemoeller, poeta y pastor protestante.
...Y continúa la asesina indiferencia, hoy en Palestina y en Sáhara Occidental, ayer en Camboya, en Chile, en la Unión Soviética, en China,... dentro de cada hombre que cree que nada puede hacer para cambiar el mundo.
"El que no sabe es un imbécil. El que sabe y calla es un criminal".- Bertol Brecht
ResponderEliminarMuchos silencios se convierten en cómplices, del terror, del desastre, del mal. Muchos silencios, son la condena de otros. Callar para sentirse a salvo, es una cobardía, porque nadie está a salvo bajo el miedo, es mejor gritar y que es grito llegue y desgarre conciencias y se extienda en otras gargantas.
ResponderEliminarLa historia no debe encumbrar a los monstruos que crean ideologías de odio y supremacía sino a las personas que han creído en la humanidad. Muy buen artículo.