sábado, 23 de mayo de 2009

El arte de la Tauromaquia












Don Francisco de Goya creó una serie de 33 grabados ( la serie era mayor, ya que se conservan otras siete planchas en los reversos de otros tantos cobres, que el pintor descartó, así como otros cinco de los que solo se conocen las pruebas de estado) hacia 1815, muchos de ellos fueron realizados en Francia a donde tuvo que huir de la persecución de Fernando VII y del proceso que la Inquisición abrió contra el en ese año.
El pintor, aficionado a los toros desde su juventud en Zaragoza, plantea en esta serie el debate ilustrado sobre la legitimidad de la tauromaquia. En un momento de censura absolutista Goya intenta presentar unas estampas sin contenido político, pero llenas de intención, al paupérrimo mercado madrileño. Su nieto fue quien consiguió vender la obra a partir del 1854, en Francia.
Los grabados son realizados mediante la técnica del aguafuerte, la aguatinta, la punta seca y el buril. Crea un espacio rodeado de gruesas líneas de enmarque, y mediante el empleo de la aguatinta compone unos fondos atemporales, que resaltan la inmediatez del primer plano y el dramatismo de la acción.

La serie finaliza con la muerte del torero Pepe-Hillo en la plaza de Madrid en 1801, cogida que conmocionó a la sociedad española y que provocó la prohibición de las corridas.
Elige la composición más sobria, de las tres que diseña, la que aumenta el dramatismo por la sencillez y el contraste de la muerte negra con el sol en la arena. Goya decía que sus maestros eran Rembrandt y la Naturaleza; aprendió, sin importarle su vejez, las nuevas técnicas litográficas, que le permitían, gracias a la rapidez de ejecución, un mayor naturalismo y un abaratamiento del producto.

Las ideas de La Ilustración y de la Revolución Francesa, traen a España las ideas de libertad de pensamiento y del racionalismo, frente al despotismo de los Borbones y las supercherías de la iglesia católica. Como le pasó a Beethoven, Goya quiere sustituir las ideas reaccionarias, cambiar la cultura popular, y esto lo plasma tanto en los temas como en la manera de fabricar su arte, su estilo, en el que busca lo esencial, la idea. De esta manera enfrenta plásticamente a los toros, paradigma del arcaísmo patrio, llenando las estampas de violencia y sentido trágico.
En 1816 puso a la venta la serie en Madrid pero fue un fracaso comercial ya que el público estaba acostumbrado a una visión más amable y costumbrista de la fiesta. Goya resalta el dramatismo, la lucha entre la fiera y el hombre, la violencia de la ceremonia. La serie fue realizada en la misma época que Los desastres de la Guerra , donde nos muestra con crudeza el salvajismo de la condición humana.

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