martes, 31 de marzo de 2009

El infierno de los amantes crueles


Sandro Botticelli (1445-1510) recibió el encargo de Lorenzo el Magnifico de pintar cuatro paneles decorativos para un regalo de boda de dos de las familias mas importantes de Florencia en 1483.
El pintor recreo una de las historias del Decameron de Boccaccio, escrita cien años antes, en la misma ciudad, asolada por la peste entonces. Era la primera obra renacentista, absolutamente profana, ordenada quemar por Savonarola, tras la "edad de oro" de los Médicis, en la Hoguera de las vanidades la misma en la que ardieron varias pinturas de Botticelli.
Es la historia de un joven que rechazado por su amada dilapida su fortuna, obligado por sus amigos, se retira al campo para meditar e intentar olvidarla; allí se le aparece una visión en la que una mujer desnuda es perseguida por unos perros y un caballero que le dan caza. Nastagio trata de defender a la mujer pero el caballero le narra la historia de su condenación por haberse suicidado de amor a la joven que al enterarse de su suerte, se burla de el, por lo que es condenada al infierno, donde el despechado le dará caza todos los viernes, arrancándole su insensible corazón, y dándoselo a comer a los perros. El joven aprovecha esta visión para organizar una fiesta de despedida con su amada y sus familiares, para convencerlos de las virtudes del matrimonio, un viernes de cacería.

Equipara Boccaccio la actividad aristocrática de la caza con el rapto de las mujeres. Los burgueses florentinos adoptan las formas feudales para considerarse a si mismos los herederos directos de las antiguas aristocracias guerreras, aceptando de esta forma las valoraciones sobre la mujer y el matrimonio que en el medievo sirvieron para asegurar el poder de los nobles basada en el linaje, mediante la distinción entre hijo legitimo y bastardo. Gracias al matrimonio religioso se aseguraban el patrimonio a través de la sangre mediante la herencia, a cambio de asumir la moral sexual del sacramento.

La decoración de una spalliera era un encargo menor para un pintor de su prestigio, lo que explica que su participación fuera parcial, dejando a su taller gran parte del trabajo, su tarea se centra en el diseño de las composiciones y en la ejecución de ciertas figuras como la de Nastagio pensativo en la primera tabla, la mujer desnuda mordida por los canes o en el blanco caballo. Es en esas figuras donde se puede apreciar la elegancia de su canon esbelto, de las líneas serpenteantes que enmarcan las figuras, de unos tonos nacarados, traslúcidos en la desnudez que resaltan la ingravidez, la atemporalidad de los personajes y su carácter melancólico, unas características que serán muy apreciadas por los románticos y los prerrafaelistas ingleses del siglo XIX.
Como integrante del brillante círculo intelectual y artístico de la corte de Lorenzo de Medici, Botticelli recibió las influencias de Marcelo Ficino, director de la Academia Neoplatónica de Florencia y de Pico della Mirandola (a los veintitrés años secuestró a la mujer de uno de los Médicis y publica El discurso sobre la dignidad del hombre, donde se formulan los ideales del Renacimiento) que pretendían conciliar las ideas cristianas con las de la Antigüedad clásica, verdadera raíz del cristianismo, por lo que fueron condenados de herejía, excomulgados y encarcelados.
Destruido el imperio de los Médicis y muerto el monje Savonarola en la hoguera que el mismo había prendido, el maestro es acusado de sodomía por uno de sus discípulos, y muere en la pobreza.

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