
No puedo abrir los ojos, al fin todo es obscuridad. Escucho ruidos, voces, trastean en mi alrededor, como perros tras la caza. Escucho cuchillos que rajan, sierras que sierran, voces que hablan de no sé que cosa. A mí ya no me importa, al fin he conseguido dormir, las voces almohadilladas no sé que dicen, siento que trabajan sobre mí, pero no entiendo lo que hacen. Yo espero, pensé que la noche me amaría, pensé que el día ya no volvería, pensé que todas esas cosas que dicen que son la vida y que a mí me estaban matando dejarían de molestarme. La vida, esa maldición que me persiguió, no me torturará más. Como la luna a la noche y el sol al día, un clavo tras otro clavo, sólo dolor. Ahora la muerte no sé que me preguntará, pero da igual, ya no habrá destino... ya he llegado.
"ya no habrá destino.. ya he llegado..."
ResponderEliminaresclarecedora y amarga lucidez.. cuando no importa tal vez empieza a tener sentido, aunque ya no se esté del mismo modo para sentirlo..
salud!
Tal vez llegues...al principio de otro viaje.
ResponderEliminarSería duro de tragar.
Después de intentarlo a conciencia, pensó que quizás ya estaba muerto y esto era una especie de purgatorio. Porque el infierno era para otros.
ResponderEliminarThomas Bernhard
ResponderEliminarCautivo
Grazna el cuervo
Me ha capturado.
He de recorrer el país sin pausa
en su graznido.
Grazna el cuervo.
Me ha capturado.
Ayer, posado en el campo, se helaba
y mi corazón se helaba con él.
Mi corazón se vuelve cada vez más negro
porque está cubierto
por las alas negras
Grazna el cuervo
Me ha capturado.
He de recorrer el país sin pausa
en su graznido.
Grazna el cuervo.
Me ha capturado.
Ayer, posado en el campo, se helaba
y mi corazón se helaba con él.
Mi corazón se vuelve cada vez más negro
porque está cubierto
por las alas negras