jueves, 6 de enero de 2011

A más de treinta grados





















Tal vez Abdul Bashur, soñador de navíos, cuando se quedó solo en el camarote pensó algo así:
     De repente, en un instante, a más de treinta grados, llegó el invierno, todas las hojas de los árboles se cayeron de golpe y la esperanza se trocó en el frío mortal del infierno. Cuatro días en el cielo habían bastado para que las catedrales de palabras se derrumbasen como castillos en el aire. Otra vez en el suelo, otra vez solo, otra vez esa sensación de querer morirme, de gritar sin fin  de no saber a donde ir, de no tener a donde ir. Esperar la noche en el día y el día en la noche, sentir como quiero vomitar el corazón y como los pies giran sin saber hacia donde caminar. Hoy empieza otra vez, la vida que no quiero, la mala vida, la muerte en vida, el agobio de saber que ya nada importa, que los actos no tienen importancia ni consecuencia, que todo lleva al mismo sitio, al rincón, donde quisiera estar ahora tirado, gritando de dolor, revolcándome en mi vómito, otra vez debo huir, sin saber porqué, sin saber a dónde, sólo corriendo.















fotos X-C

No hay comentarios:

Publicar un comentario