viernes, 17 de abril de 2009

Gregorio Fernández
















Gregorio Fernández (1576 – 1636) Es el máximo exponente del barroco castellano. Nacido en Galicia, trabaja en todo el norte peninsular, estableciendose en Valladolid donde residía la corte entre el 1601 y el 1606, bajo la influencia del Duque de Lerma, uno de los mayores ladrones de la historia de España y valido del rey Felipe III.
Heredero de la expresividad de Alonso Berruguete y Juan de Juni, también recoge el refinamiento de los Leoni. En su taller vallisoletano desarrolla una abundante obra que evolucionará estilisticamente del refinamiento y la elengancia del manierismo cortesano hacia el naturalismo barroco.
Podemos diferenciar tres épocas en su obra: una primera de manierismo clasicista, de 1604 a1615; una segunda de estilo naturalista, hasta el 1625-30, años en que una grave enfermedad marca su vida; y una última de mayor dramatismo.
Su dominio del cuerpo humano, le conduce a detallar las anatomias, contrastándolas con ropajes pesados y acartonados que producen fuertes contrastes de luces y sombras.
Sus figuras oscilan entre el dramatismo del dolor físico y moral y la evasión de la experiencia mística.

Pasos Procesionales:
Sed tengo (1612 –1616)
Primer paso conocido del escultor. Formado actualmente por seis esculturas. De atrevida composición piramidal, preside el grupo un Cristo vivo, de blanda anatomía, no es el original, es del año 1620; sobre él, encaramado en una escalera, en posición atrevida e inestable, un sayón clava el rótulo de INRI. Dos figuras flanquean la cruz, para ofrecer la esponja a Jesús. En primer término dos sayones se juegan a los dados la túnica.
Pese a su vulgar condición patente en sus caricaturescas fisonomias su alta calidad artística se refleja en dinámicas pero equilibradas actitudes, inmejorable tratamiento anatómico y acentuada expresividad.

Camino del calvario (1614 – 1615)
Se compone actualmente de cinco figuras: El Cristo arrodillado sustituye al creado por Fernández. El Cirineo en actitud de sujetar la cruz, en posición naturalista, con indumentaria campesina de ambiente español, los pliegues muy suaves y blandos. La Verónica en actitud de sujetar el paño, estilísticamente anuncia las quebraduras del estilo maduro. El Sayón de la soga contrapone la bondad del Cirineo con un implacable gesto mientras tira con brutalidad de la cuerda, en un feismo provocante que despertaría la ira de los espectadores. El Sayón de la trompeta va anunciando el trágico cortejo con espíritu de maldad.



Ecce Homo (1612 – 1613)
Es la mayor prueba del clasicismo de Gregorio Fernández. El cuerpo recogido sobre si mismo con un arqueamiento tan clasicista que se diría inspirado en las esculturas de Venus, la dependencia en modelos manieristas evoca a Juan de Bolonia. Presenta dos novedades, el uso de un paño de pureza enyesado, y de ojos de pasta vitrea. Las quebraduras del encolado serían las inspiradoras de los pliegues quebrados. Está labrada en pleno bulto redondo y pintada por detras. Heridas y regueros de sangre recorren el cuerpo, aunque con moderación. Tiene un gesto dolorido y manso que alude al perdón.


Paso de la Flagelación (1619)
Iglesia de la Vera Cruz.
Sólo queda una escultura, de las siete que constaba. Apoyado en una lujosa columna con estudiado equilibrio. Paño de pureza con pliegues quebrados angulosamente. Desnudo muy blando. Abundancia de heridas que constituyen un estímulo para los fieles, creando un culto a las llagas, y fijando el tipo del Flagelado.
"¿Dónde me miraste, que tan bien me retrataste? Gregorio Fernández respondió: Señor en mi corazón"



Paso de la Coronación de Espinas (1620)
Se conserva unicamente la imagen de Cristo sentado con la caña entre los brazos, igual que en un grabado de Durero.



Paso de la Flagelación o del Azotamiento (1623)
El sayón que flagela muestra elegancia en sus movimientos y la ropa en blandos pliegues.
El sayón de las escamas es un ser patibulario, casi una caricatura del mal.



Paso de la Piedad (1616)
Gregorio Fernández tiene 38 años, está en plenitud artística. Su punto de innovación radica en el patetismo, tanto de Cristo como en la incor-poración de la Virgen a la Pasión. Al entrar María en escena se produce una bipolaridad en la composición de enorme efecto. La composición reclama la simetría. En medio se situa el grupo de la Piedad, el cuerpo de Cristo aparece rígido como fuera un yacente. Dimas y Gestas de gran naturalismo encuadran la composición ya que en medio quedaría la cruz desnuda, para la cabeza del ladrón Dimas utiliza el rostro del Duque de Lerma, que le había dejado sin pagar muchos encargos antes de ser destituido en el año 1618 (se salva del garrote haciendose clérigo y consiguiendo ser nombrado cardenal: "para no morir ahorcado el mayor ladrón de España se viste de colorado") San Juan y la Magdalena se dispondrán a los lados del eje, con cierto aire medieval.
La Piedad expresa el dolor con patética elocuencia, Gómez-Moreno dice que es una vuelta a la "realidad" viva en oposición al idealismo platónico. Agustín Bustamante rechaza el término realismo, se apoya en Carducho, Pacheco y Palomino, donde vemos que el arte debe imitar a la naturaleza.
Se produce un contraste entre el rostro pate-ticamente dolorido de la Virgen y el de Cristo serenado por la muerte. Lo consigue mediante una talla muy sobria sin exagerar el relismo de la cara y las manos de la Virgen y el cuerpo de Cristo.
El tema de la Virgen con Cristo muerto en el regazo, llamado "La Quinta Angustia" viene del Gótico final y se difunde por la pintura y la escultura flamenca y alemana (estamos en la España de los Austrias, y nuestros reyes tambien lo eran de Alemania y de los Paises Bajos), esto explica el caracter gótico en la dureza del pliegue de las ropas.


Paso del descendimiento de la Cruz (1623)
Formado por siete figuras. Debería entregar las esculturas, ya asentadas sobre una plataforma, con una cruz y escaleras, plenamente montado. Es una ingeniosa escenificación. La composición es diagonal, a la manera barroca, y a la vez existen dos focos de atención: la Virgen y Cristo en la cruz. El artista se inspiró en alguna estampa de las que era gran coleccionista. En esta disposición teatral abunda la linea abierta, la meticulosidad analítica. San Juan, María Magdalena, el Sayón, Cristo desclavado en suave descenso, Nicodemo , José de Arimatea. La Virgen Dolorosa al pie de la Cruz (gran aportación de Juan de Juni), aparece sentada con los brazos abiertos como en los grupos de la Piedad.


Paso de Cristo Crucificado (1630)
En la actual composición se llama de Las Siete Palabras. La Virgen viste túnica a la moda de la época. San Juan en estado de tensión lleva ropajes con pliegues durísimos. María Magdalena similar a la del Descendimiento.

El Cristo de la Luz (1633)
No habiendo sido concebido como procesional, ha sido incorporada a los actuales desfiles vallisoletanos.
El tema del crucifijo viene heredado de su maestro y amigo Francisco de Rincón, que en el Cristo de los Carboneros establece el modelo de una figura poderosa, de musculatura marcada y piernas ladeadas y ligeramente curvadas al gusto de Miguel Angel. Fernández nos presenta un cuerpo mas sobrio y duro de musculatura, menos rígido y con un paño de pureza más complicado, reflejando en la figura los espantos del suplicio.
Organiza la figura mediante cánones clásicos, pero el cuerpo humano pierde su posición central y se convierte en un vehículo de exprexión de Dios.

Hacia dos polos bascula el ideal expresivo de Gregorio Fernández: la dureza del dolor alimentada por los penitentes los torturados y los ajusticiados, y la evasión hacia la mística.
A través del escultor el clasicismo proporciona nuevos tipos a la religión de la época y se convierte en un arte persuasivo pero manteniendo siempre una distancia entre la naturaleza de lo representado y lo contingente de la vida ordinaria de los fieles.


Bibliografía
-GÓMEZ-MORENO GONZÁLEZ-BOLÍVAR, María Elena, Escultura del siglo XVII, “Ars Hispaniae, XVI”, Madrid, Plus-Ultra, 1963.
-HERNÁNDEZ DÍAZ, José María; MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José, y PITA ANDRADE, José Manuel, La escultura y la arquitectura españolas del siglo XVII, “Summa Artis”, t. XXVI, Madrid, Espasa-Calpe, 1982.
-MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José, Escultura barroca en España, 1600-1770, Madrid, Ediciones Cátedra, 1983.
-ÍD., El escultor Gregorio Fernández, Madrid, Ministerio de Cultura, 1980.
-URREA FERNÁNDEZ, Pasos restaurados, Valladolid, Museo Nacional de Escultura, 2000.
-BONET CORREA, Antonio, Fiesta, poder y arquitectura. Aproximación al Barroco español, Madrid, 1990.
-BUSTAMANTE GARCÍA, Agustín, El siglo XVII. Clasicismo y barroco, “Introducción al arte español”, Madrid, Sílex, 1993.

1 comentario:

  1. Muy buena la entrada, me a servido para enterarme de mucho sobre Gregorio Fernández, y ademas de una forma fácil y a la vez completa.
    =)

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