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Sin la libertad de pensamiento no hubiese sido posible la ciencia ni la filosofía moderna. Pero estos dones no nos fueron cedidos, sino que hubo que tomarlos, algunos hombres dieron su vida por ellos, intentando cambiar el principio de autoridad por la libertad, pensa uomo pensa, escribía Campanella desde la cárcel en la que penó durante veintisiete años por "hereje". Los problemas deben solucionarse mediante la razón, no por la fe (y la espada): «La pasión del filosofo es la pasión por la verdad y no dar gusto a las gentes, hay que anteponer la verdad a la propia vida».
Giordano Bruno dice que hay que buscar la verdad utilizando la inteligencia y no esperar que esta venga a nosotros en forma de inspiración divina. El 8 de febrero del año 1600 fue sometido a tormento, declarado hereje y quemado en la hoguera, sus obras fueron destruidas. «En cada hombre, en cada individuo se contempla un mundo, un universo». Su contraposición con la Edad Media es total, el universo inmutable finito se transforma en abierto. Rechaza el mito de una originaria edad dorada y concibe el progreso como un continuo alejarse de las formas primitivas de la vida humana, ascendiendo de la bestia hacia el hombre, es necesario que huyamos de la ociosidad y la pasividad.
En la Edad Media la doctrina cristiana presenta al hombre como el único ser racional del universo, la Tierra es el hogar del ser humano y por tanto el centro del universo, geocentrismo que Bruno niega dando al hombre y a la Tierra un lugar insignificante en el universo, donde existen innumerables sistemas solares como el nuestro, siendo nuestro sol, una estrella mas en el infinito.
Giordano Bruno terminaría desarrollando una concepción cosmológica infinitista, inspirada en Copérnico. Para Giordano, el mundo, en contra de Aristóteles, es uniforme. Rogelio Pérez Bustamante escribe:
«Aquella libertad de pensamiento filosófico nunca será compartida por la Inquisición ni por la Iglesia y acabará costándole la vida y aquella teoría de la infinitud del mundo también le seria reprobada como un ataque directo a las Sagradas Escrituras y lo arrastraría a la muerte».
No admite la noción del pecado original, del paraíso o de edad de oro alguna, ni el monogenismo adámico. Niega que «el hombre pueda ser juzgado basándose en una justicia pasiva basada en la fe en Cristo sin importarle las obras realizadas por el hombre en su vida., una absurda justicia de la fe más allá de todo lazo o compromiso social y de toda acción meritoria».
En la Expulsión de la bestia triunfante, Bruno dice: «Las tinieblas se preferirán a la luz, la muerte será juzgada mas útil que la vida, nadie alzará los ojos al cielo, el religioso será considerado insano, el impío será juzgado prudente, el furioso fuerte, el pésimo bueno. Y creedme que se decidirá la pena capital para aquel que se dedique a la religión de la mente; porque se encontrarán nuevas justicias, nuevas leyes, nada se encontrará santo, nada religioso: no se escuchará cosa digna del cielo o de lo celestial. Sólo quedarán ángeles perniciosos que mezclados con los hombres forzarán a los míseros a la audacia de todos los males, como si fuese justicia; darán materias para guerras, rapiñas, fraudes y todas las otras cosas contrarias al alma y justicia natural: y ésta será la vejez y el desorden y la irreligión del mundo».
«La idolatría está presente en el cristianismo, en su culto, sobre todo en el catolicismo, a lo muerto, a lo inútil, a lo abyecto, tal como se manifiesta en el culto a las reliquias y a ejemplos de humanidad vil y sin valor. Quienes descienden hasta adorar en sustancia como dioses a quienes apenas poseen tanto espíritu como nuestras bestias, puesto que finalmente su adoración termina en hombres mortales, inútiles, infames, necios, vergonzosos, fanáticos inspirados por genios perversos y sin virtud alguna, que vivos no valieron para sí y no es posible que una vez muertos valgan para sí o para algún otro». Giordano describe a la sociedad cristiana en la que vive como «emporcamiento de la dignidad del género humano y perdida de la justicia civil».
«El triunfo de la religión de Cristo -posibilitado por el error cosmológico, ontológico y teológico de Aristóteles- es en realidad el triunfo del error y del vicio, la imposición sobre las conciencias de una fábula inútil y perniciosa». «Sólo quedarán ángeles nocivos que mezclados con los hombres forzarán a los desgraciados a atreverse a todo mal como si fuera justicia, dando materia a guerras, rapiñas, engaños y todas las otras cosas contrarias al alma y a la justicia natural».
«Hoy por hoy no hay otra religión que la cristiana y el vulgo parece seguir dispuesto a seguir alimentándose fantásticamente con ella. De esta manera cae y es expulsada la Fábula senil y bestial inútil y perniciosa. Conventos porcinos, sectas sediciosas... desordenadas órdenes, reformas deformes, purezas inmundas, sucias purificaciones y perniciosísimas bribonearías que se mueven en el campo de la ambición, donde la torva Malicia ocupa el primer puesto y la ciega y crasa Ignorancia se mueve a sus anchas».
Tener opiniones contrarias a la Santa Fe y propósitos contra ella y sus ministros.
Tener opiniones erróneas sobre la Trinidad , la divinidad de Cristo y la Encarnación.
Tener opiniones erróneas sobre Cristo.
Tener opiniones erróneas sobre la transubstanciación y la Santa Misa.
De sostener la existencia de mundos múltiples y su eternidad.
De creer en la metempsicosis y la trasmigración de las almas humanas en las de los animales.
De ocuparse del arte adivinatorio y de la magia.
De no creer en la virginidad de María.
De ceder al pecado de la carne.
De haber estado en países heréticos viviendo según sus costumbres.
Tras nueve años de proceso durante los que permaneció encerrado en las mazmorras del Palacio del Santo Oficio en el Vaticano negándose a admitir sus pecados, es condenado. Un testigo describe la ejecución, el día 17 de febrero de 1600, en la plaza del Campo dei Fiori: "despojado de sus ropas y desnudado y atado a un palo... con la lengua aferrada en una prensa de madera para que no pudiese hablar... fue quemado vivo..."
La historia de Bruno y otras miles más de las que la humanidad ha sido complice o autora, nos han condenado sin solución de salvación hemos hecho demasiadas atrozidades como para salir limpios de este viaje, sin duda somos merecedores de lo que tenemos.
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