jueves, 24 de diciembre de 2009
Ersilia
Delavega, Ephemera y Lascarr se han metido en una fábrica y en un hospital abandonados de Berlin y han recreado la ciudad de Ersilia evocada por Italo Calvino, en Las ciudades invisibles, en el capítulo en que Marco Polo cuenta a Kublai Khan la historia de los habitantes de Ersilia:
«En Ersilia, para establecer las relaciones que rigen la vida de la ciudad, los habitantes tienden hilos entre los ángulos de las casas, blancos o negros o grises o blanquinegros, según indiquen las relaciones de parentesco, intercambio, autoridad, representación.
Cuando los hilos son tantos que ya no se puede pasar entre medio, los habitantes se marchan: las casas se desmontan, quedan sólo los hilos y los soportes de los hilos.
Desde la cuesta de un monte, acampados con sus trastos, los prófugos de Ersilia miran la maraña de los hilos tendidos y los palos que se levantan en la llanura. Y aquello es todavía la ciudad de Ersilia, ellos no son nada.
Vuelven a edificar Ersilia en otra parte. Tejen con los hilos una figura similar que quisieran más complicada y al mismo tiempo más regular que la otra. Después la abandonan y se trasladan aún más lejos con sus casas.
Viajando así por el territorio de Ersilia encuentras las ruinas de las ciudades abandonadas, sin los muros que no duran, sin los huesos de los muertos que el viento hace rodar: telarañas de relaciones intrincadas que buscan una forma»
Las construcciones deben atender a la Triada Albertiana: Necesitas, Comoditas y Voluptas; la Necesitas la encontramos en un edificio derruido y adecuado a las necesidades del artista; la Comoditas es la adecuación perfecta a la función para la que ha sido concebido; y la Voluptas es el placer estético que la obra nos produce.
Si Alberti defiende un concepto clasicista de la belleza, entendiéndola como proporción y equilibrio entre todas las partes del objeto, una armonía perfecta en la que nada debe sobrar ni faltar siendo el fin último del arte alcanzar la belleza, creo que estos artistas lo han conseguido de lleno. Sus hilos son la metáfora visible de nuestras vidas, de nuestros recorridos entre unos y otros, de las circunstancias que van tirando del ovillo de nuestra existencia, queramos o no, como si un gato jugase con nuestras ilusiones y nuestros deseos, como si una araña gigante tejiese el sudario en el que nos convertiremos en polvo, es como si los habitantes de Ersilia se hubiesen dado cuenta de la presencia del insecto mítico (Aracne) y quisiesen escapar de la ciudad antes de caer presos en su telaraña, la tela de araña que es la vida, la familia, la sociedad; un maremágnum de convenciones y obligaciones, de desilusiones y frustraciones.
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Lo ví en el blog de Remedios y ahora me ha vuelto a impresionar de nuevo. Es tan potente el concepto-imagen. Saludotes
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