HÉCTOR: A veces pienso que no me quieres, que todo esto es
una fantasía donde yo sólo soy una sombra.
NURIA: ¿Y qué puede hacer el otro para sacarte esa idea
suicida?
H: Cuando estamos juntos, como ahora, no necesito pensar nada.
N: Ya, dejas la mente en blanco sin necesidad de clases de
yoga; eso está bien. Nadas a corriente de la nueva ideología oriental.
H: Según pasan los días voy descubriendo las cosas, van
surgiendo sentidos que estaban muertos.
N: A veces, cuando dices esas cosas, me das miedo, como si
estuvieras poseído por un cuerpo extraño.
H: Tal vez tanto pensar me haya hecho idiota.
N: No seas extremo, no estoy acostumbrada a que expresen los
sentimientos con tanta solemnidad.
H: ¿Piensas que solo estoy aquí para acostarme contigo?
N: Tampoco es eso, no lo pienso, pero a veces eres tan
rollito espiritual que me descolocas.
H: Me gusta acariciarte detrás de las rodillas.
N: Sí, me haces cosquillas. Son partes del cuerpo que tenía
atrofiadas.
H: ¿Crees que el sexo nos hace libres, o es una atadura más?
Siempre pensando en si le gustará al otro o si llegaré al orgasmo.
N: Nos hace dependientes, y eso incluso hablando de una trayectoria
sexual satisfactoria.
H: Y toda esa gente que renuncia o niega la sexualidad, ¿Qué
la ve como algo pecaminoso? Ahora con la cantidad de información que existe es
increíble que aún no sea algo positivo.
N: Pero falta el sentimiento, la sinceridad, todas esas
propuestas que aparecen en los libros de psicología y que creemos que cumplimos
a la perfección.
H: ¿Te das cuenta de lo importante que eres para mi y que no
cambiaria este instante por ninguna otra cosa?
N: Pero ocurre que nos autoengañamos, sí, lo creo, los
hombres y también las mujeres. El autoengaño es algo cotidiano.
H: Cómo me gusta que me acaricies así, despacio.
N: El origen está en la infancia, en un conflicto edípico no
resuelto.
H: Muchas veces tengo miedo, pero a tu lado me siento
distinto.
N: Lo llaman miedo al perder el confort materno, he leído
algo y en el origen de todo, por lo visto, está el pensamiento freudiano, ¡qué
sería de nosotros sin Freud!
H: ¿Crees que saldremos de esta, crees que encontraremos un
sitio?
N: Es el miedo al poder fálico lo que a ti te pasa.
H: Ya sé que mañana sonará el despertador, pero ahora es
como si estuviese en la cima del mundo.
N: Yo creo que en este tema, en el sexo, la mayoría está
tratando de adoptar la posición del héroe; pero todo son ansiedades.
H: Todas esas caricias me están despertando.
N: Sabes que una cosa es leer a Freud y otra a Lacan porque
tenían opiniones distintas respecto a la fase edípica.
H: ¿Crees que todo esto es sólo química? ¿No crees que existe algo más, que la sensación que tengo cuando estoy a tu lado es algo más que endorfinas?
N: Aunque el conflicto, como tal, aparece cuando interviene
la figura del padre; es el miedo a la castración.
H: Deja, no digas nada (Pablo Abraira).
N: En el festival de Sundance se acaban de estrenar un montón de películas que hablan de sexo. Yo creo que es por la crisis, nos hace reflexionar sobre nuestras relaciones íntimas.
H: Deja, no digas nada (Pablo Abraira).
N: En el festival de Sundance se acaban de estrenar un montón de películas que hablan de sexo. Yo creo que es por la crisis, nos hace reflexionar sobre nuestras relaciones íntimas.
H: Es difícil hablar de sentimientos, a mi me
pasa.
N: A mi ya no tanto como antes. Al final, a todos
nos preocupa lo mismo. El sexo también: es universal.
H: Pero casi no hablamos de sexo.
N. Ya, y mira que lo intento contigo. No sé qué
te pasa.
H. Es que me siento como si hiciera terapia.
N. Lo que te falta es soltarte
H: ¿Soltarme el qué?
N: Me refiero a la naturalidad. Pensar que lo que
a ti te ocurre, lo que tú piensas, lo están pensando miles de personas al mismo
tiempo.
H: Así que crees que todo el mundo está pensando,
por ejemplo, en el sexo anal.
N: ¿Estás pensando en eso ahora?
H: Sí. Leí El
País, hoy por la mañana, y salía una escritora australiana que
estrena su obra en el Centro Dramático Nacional y “cuenta cómo, a pesar de su ateísmo, encontró a Dios en el mismo
momento en que fue sodomizada por primera vez”.
N: Pues ayer echaron El informe Kinsey por la tele y explicaba el desconocimiento de lo
que era el sexo en América. ¿Te imaginas lo que era el sexo en los 50 en
España?
H: Balarrasa.
N: ¿No habláis entre los hombres?
H: ¿De qué?
N: ¿Qué decís cuando habláis de sexo?
H: De las tías con las que nos acostamos, nada de
descripciones, sólo números enteros, sin decimales.
N: Nosotras, cuando nos juntamos, siempre hay
alguna que da vidilla a la reunión
contándonos cómo su nuevo novio la desnuda en la cocina mientras miran a través
del horno si está lista la pizza.
H: ¿No habláis de prácticas sexuales?
N: Hablamos de satisfacción sexual y no nos
cortamos un pelo.
H: ¿Y qué es lo que se lleva ahora?
N: De todo, lo que se lleva es lo que ambos
quieran, sobre todo entre parejas que se han unido recientemente.
Luego están las desparejadas que buscan y
encuentran muy poco, la verdad, o se llevan un chasco absoluto cuando lo hacen
una de esas noches locas.
El otro día una amiga me dijo que tenía tantas
ganas que no le importó que el tío estuviera tan borracho que al final, no pudo.
H: ¿Y hablas por ahí de nuestras relaciones
sexuales?
N: Sí, claro. De cómo lo pasamos, de la
frecuencia, de cómo cambian las necesidades. Una amiga me
contó que había que ser abiertos y permitir a tu novio hacerlo con otras
mujeres, que no deberíamos ser egoístas.
H: Tienes que presentarme a tu amiga.
N: Hay como una autonegación a lo que no es habitual.
H: ¿Cómo al fetichismo?
N: También puede ser, pero lo importante es la comunicación,
ese sigue siendo el caballo de batalla de la sexualidad también hoy.
H: ¿La comunicación qué es, por el uso de la lengua?
N: Yo creo que es un síntoma más del miedo ancestral a decir
lo que nos gusta, a revelar nuestras fantasías y miedos, y ya es hora de que
nos demos cuenta de que todo, también el sexo, es global.
H: Como los hijos, ¿acaso son ellos la razón del sexo? o ¿lo
es el pecado original?
N: ¿Por qué los tíos jamás habláis de sexo entre vosotros,
solo de a cuántas os tirasteis?
H: Es que somos unos caballeros.
¿Cuántas veces puedes hacerlo en una noche? ¿Crees que podríamos
intentarlo hoy?
N: No es una competición. Nunca me planteo el sexo como si
fueran encuestas.
H: Sería como Encuentros
en la tercera fase.
N: Prefiero la calidad, ya lo sabes.
H: Pero primero tienes que quitarte el corpiño ese, que me
rasca.
N: Venga me lo quito. Ahora vuelve la moda de las fajas,
como si no estuviéramos bastante constreñidas.
H: Es un revival, no lo pueden evitar, si hasta quieren
volver a poner la Casa
de fieras en el Retiro.
N: Entonces tendremos una involución también en el sexo.
H: O sea: tú debajo, mujer.
N: Sí, y mirando la hora, como Amélie, eso es genial.
H: ¿Qué es, algo típico femenino?
Y
la noche sigue entre lentas palabras y rincones de oscuridad. El tiempo perdido
se refleja por debajo de la puerta queriendo entrar en la habitación,
peleándose con los sueños que, todavía vírgenes, intentan ocupar el espacio de
un futuro incierto.
Imagen Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y X-C
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