No
me gusta cuando la gente se viste para bajar al supermercado como si fueran a
una boda
pues
eso,
tampoco
me gustan las bodas
ni
morder el anzuelo
de
las marcas blancas, qué es eso de las
marcas
blancas
más
liturgia,
más
merchandising,
lo
ponen todo perdido
con
la cultura del tetrabrik
HÉCTOR: Pues yo disfrutaba cuando iba al carrefour los sábados
por la mañana y veía a los de los adosados bajar a hacer las compras, ellas
iban tan arregladas… como si fuesen a Eurovisión.
NURIA: Se imaginan que van de fiesta. El consumo, otro intento
de unificarnos. Otra mentira, y ya van dos.
H: ¿De unificarnos en qué? En la miseria, porque ya me dirás
tú lo que vamos a comprar en cuanto nos quiten el trabajo.
N: Pero nos igualan por abajo, qué listos.
H: Es que la gente sigue creyendo que son clases medias
cuando lo que son es proletarios evangelizados.
N: Con ese rollo neomarxista creo que lo que realmente
buscas es volver a tu barrio para dar clase de leninismo a la comunidad de
vecinos.
H: Sí, seguro que creen que Lenin es el último nominado de
gran hermano, además ya no dejan cantar en los chigres, ni hay serrín en el
suelo.
N: Me gusta cuando alguien,
un chico, una señora, una niña, rompe sin querer una botella
de cerveza y el líquido se desparrama por el pasillo de los congelados;
todo oliendo a cerveza y los zapatos se te pegan al
suelo.
Me gusta que el supermercado se convierta en una mueblería.
H: Ya sabia yo que tú eras un poco gochina. Es asquerosa la
cerveza por el suelo, se ve que nunca trabajaste de camarera.
N: Cuando pienso en una escena de amor ¿sabes lo que me
imagino? Una pareja por el pasillo de los cereales metiendo un paquete de arroz
SOS en el carrito y besándose después, ¿A que es muy romántico?
H: Yo prefiero verles elegir condones, que si fresa que si limón,
que si sabor del negro zumbón.
N: Supermercados como un auténtico psiquiátrico ampliado. Los
construyen para que pierdas la noción del tiempo, entiendes de una vez por
todas a Jack Nicholson.
Acabas desorientado, como en la vida.
H: Como pollo sin cabeza. Y en la cola de la charcutería
cuando la mujer deja al marido solo para que compre un cuarto de jamón y otro
de queso, y él se empieza a poner nervioso porque llega su turno y comienza a
mirar a todos lados porque no sabe qué queso es, y cuando le pregunta el
dependiente contesta que queso tranchetes.
N: Ir a comprar genera un subidón de adrenalina, si no ¿de
qué tanto hilo musical? Lo tienen todo estudiado los psicólogos sociales:
colores, envases, olores. Me siento como una cobaya. También cuando paso por
una tienda de ropa y suena Justin Biber o Queen, te dan ganas de coger a la
cajera por la cintura y empezar a bailar por las escaleras mecánicas en plan West side story.
H: Por desgracia la única música que ponen son los grandes
éxitos de Benavente 92.
N: Me gusta coger una bolsa de patatas fritas y comerlas
antes de llegar a la caja nº 2, y dejar en la cinta sólo la bolsa y ver la cara
que pone la cajera.
H: Ahora por si fuera poco, te pregunta la cajera al salir
que si quieres chocolate blanco, que si cerveza de malta y encima se mete en nuestra
conversación sobre si preparo fabada o fabes con almejas. La próxima vez
hablamos de sexo oral, a ver qué dice.
N: Antes, cuando estaba triste me acercaba a un hipermercado
a ver si tenían cordones de zapatos.
H: ¿Para ahorcarte?
N: Buscaba unos más vistosos, simplemente eso, para mirarme
los pies y verlos de colores. Tanto marrón y negro asusta.
H: Pues a mi no me gusta nada ver los pies de los demás,
parecen potarros blancos.
Venga que se nos hace tarde, ¿trajiste la lista de la
compra?
N: ¿De quién es la culpa de tanto consumo, de la tele, de
las revistas, de Internet? porque a alguien hay que echarle la culpa, no.
H: La culpa no tiene novia.
N: ¿Sabes que el deseo de consumir es parecido a la pulsión
sexual?
H: Pues a mí no se me levanta viendo los yogures.
N: Quieres probar cómo es estar con alguien y luego te entran
ganas de cambiar.
H: Usar y tirar, como los pañales.
N: Sí, lo malo es cuando quieres descambiarlo, como ocurre a
veces, rebuscas en el bolso y ¡horror! has perdido el ticket, ahora qué hago.
H: Pues te fastidias y aguantas con lo que tienes.
N: Por suerte en algunas tiendas lo canjean por vales, pero
entonces viene el lío, el lío de elegir…
H: Pero qué problema tienes… primero coges una cosa; la usas
y la tiras, y luego compras otra.
N: Y ahí ya te pierdes, es como en la selva: todo muy espeso.
H: ¿Por qué es espeso? porque las estanterías están llenas
de cosas bonitas y las quieres todas y cuando consigues una, ves que tu amiga
tiene otra y entonces quieres esa.
N: No, porque quieres todas las ventajas en un mismo producto
y eso, lo reconozco, es imposible. Siempre hay algo defectuoso, no me digas por
qué.
H: La coca-cola siempre es igual.
N: Ya, hablas de gustos universales, de globalización: lo
que faltaba.
H: ¡Más global que Caín que mató a Abel por un plato de
lentejas!
N: Yo prefiero algo más original. No me gusta lo que todos
tienen.
H: Había una canción: Qué chica más original, tiene por
novio a un orangután…
N: Es como si comieras todos los días el mismo menú.
H: Eso lo dijo el hermano de Ana Karenina, refiriéndose a
las mujeres: “Ya sé que me dan bien de comer en casa y todos los días, pero a
quién no le gusta salir a comer de vez en cuando a un buen restaurante y probar
cosas distintas”.
N: Eso mismo pensamos las mujeres.
H: Pues hala, vete eligiendo los actimel que yo me voy a ver
el partido a la sidrería.
Me
gusta manosear
las copas de los sujetadores en las tiendas de los chinos.
Me
gusta entrar
a esas mismas tiendas y salir sin comprar nada, o comprar una braga hortera por
dos euros y usarla los domingos cuando no voy a trabajar.
Imagen Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y X-C
Imagen Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y X-C
Potarros blancos...jajajajajaj, este héctor me mata de risa.
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