Nuria y Héctor están cenando en el salón,
de fondo la televisión. Están echando Asignatura Pendiente, no pensaban verla pero
se enganchan.
NURIA: Mira
lo que ponen, una de Garci, ¡qué antigua, del 77!
HÉCTOR: Esa
la puse yo en el cineclub del instituto y nos la quisieron censurar.
N: Es que
tú eres muy de cineclub.
H: Me gustaba
mucho el programa de cine de Garci, la pena son sus películas, salvo El crack, con Alfredo Landa.
N: Tú
siempre tan anticuado, quién se acuerda de ese programa ahora.
H: Es que
para uno decente que hubo. Y no fue hace tanto tiempo, hará cinco o seis años;
tengo alguno grabado, ya ves.
N: Sí, porque
el resto de la humanidad no sabe de cine, claro, necesitas invocar a los espíritus.
H: Es que
las películas que hacen cada vez se parecen más a una hamburguesa, lo único de
carne que tienen es el ketchup.
N: Dirás
las que emiten, porque ahora se realizan
muy buenas películas, yo no echo en falta el tiempo pasado. Paso de la
nostalgia.
H: ¿Nostalgia?
sólo la tuve cuando era un adolescente y nos trasladamos de ciudad.
N: Lo de
cualquier tiempo pasado fue mejor es una solemne mentira.
H: Sobre
todo cuando montes la comuna.
N: Ya quisiera
yo tener veinte años ahora, a pesar de la que está cayendo.
H: Si, y
estar en paro en casa de tus padres hasta los treinta.
N: A pesar
de todo acabas saliendo adelante, es coyuntural.
H: Coyuntural
de la muerte, todavía se ahorcó hoy un librero de cincuenta años antes de que
lo embargasen.
N No hablo
de los de cincuenta, me refiero a los de veinte.
H: A los
veinte se iba a la mili, tenían un año de penitencia por ser español.
N: Mira
José Sacristán qué joven en Asignatura
Pendiente, tiene los mismos tics de esa época, qué bien conseguido.
H: Es
verdad eso que dices de los tics, eran los de entonces, los tíos eran así de
chulos, ahora tenemos otros.
SACRISTÁN: No
creas que soy un cínico pero te hablo en serio eh, palabra. Creo que acostarnos
tú y yo sería como, a ver si me explico, sería como recuperar algo que debimos
hacer y que no hicimos, quizá porque era otra época y todo era distinto. Nos
han robado tantas cosas. Las veces que tú y yo debimos hacer el amor y no lo
hicimos. Los libros que debimos leer, las cosas que debimos pensar, qué se yo.
Pues eso, todo eso es lo que no les puedo perdonar. No sé pero me parece que
escomo si nos hubiera quedado algo colgado, como aquéllas asignaturas que
quedaban pendientes de un curso para otro. Como si no hubiéramos acabado la
carrera.
N: El
machismo los vestía así ¿Te acuerdas de Fiorella Faltoyano? Mira, aquí dice que
tiene complejos.
SACRISTÁN: Nuestra
primera ducha juntos, ¿no te importa verdad?
FALTOYANO: No, si
yo creo que a mi ya no me va a importar nada, y si yo te contara…
S: Cuenta,
cuenta, pero dame el jabón.
F: Tú no
sabes la de complejos que tenía yo.
F: Pues la
noche de bodas, estaba yo en el baño arreglándome y todo eso y tenía unas ganas
tremendas de hacer pis.
S: ¿De qué?
F: De esas
veces que te has estado aguantando toda la tarde. Paco ya estaba en la cama y
yo no me atrevía a hacerlo.
S: ¿Por
qué?
F: Porque
se oía el ruido.
S: Ah.
F: Y se
iba a romper todo el encanto hasta que se me ocurrió llenar el bidé y allí lo
hice, una tontería, bueno pues es así.
N: Sí, eso
no ha pasado de moda, seguimos igual.
H: Parecido, hay películas porno para instruirse.
N: Pero con
guiones de transportistas, todo falso. Ahora se empieza a hablar del placer de
la mujer y aún con reticencias.
H: ¿Esos
orgasmos que decíais que teníais en la cama?
N: Orgasmos
fingidos y dañinos. Aquí quien desenmascara el pastel es Fiorella y encima se
da cuenta de su propia situación. Eso si que lo veo valiente y en esa época, donde
la mujer era un cero a la izquierda.
H: ¿El qué?
Ponerle los cuernos al marido es más viejo que Carracuca.
N: No me
refiero a los cuernos en sí, sino a que se atreve a entrar al trapo a Sacristán, que es distinto.
H: Bueno Sacristán
es el típico que quería cambiar el mundo y al final lo único que hace es
cambiar sus ideales por tener un buen coche y una amante, las cosas que él
tanto criticaba.
N: Abrirse
a lo nuevo suponía cumplir con todos esos topicazos, lo que pasa es que hoy lo vemos rancio y trasnochado.
H: Ellos al
menos tienen el ideal de cambiar las cosas, ahora en cambio no queremos cambiar
nada, lo único que queremos es el coche y la rubia, eso es lo que nos han
enseñado. Se acabó el ideal.
N: Y los
traumas y complejos de los que hablan en la ducha siguen tan vigentes pero
consiguen ridiculizarlos.
F: Me voy a
duchar.
S: Un
momento, un momento que es mi sueño dorado, ¿tú no veías en las películas que la gente después de pasarse media vida en
la cama se levantaban así, con las sábanas hasta el cuello? Pero sin mirarme,
que tampoco se miraban. Es que nos han engañao con todo.
H: No creo
que los ridiculicen o que Garci quisiese ridiculizarlos. Treinta años después
cuando miras a tu alrededor no veo a gente tan moderna como Sacristán, o al menos
comprometida.
N: Las
normas las siguen dictando los mismos. Son los que contratan, los que despiden…
H: Todo tiene
que cambiar para que todo siga igual, ya lo decía Julio Iglesias: la vida sigue
igual.
N: Tratan
de mantener el modelo familiar y lo que
supone; cómo tiene que ser ella, cómo debe ser él… Vivimos
encorsetados.
Siguieron viendo Asignatura
Pendiente como si fuera El hombre y la tierra.
José Sacristán parecía el sumo
sacerdote, ella, en cambio parecía una más, como recién salida de las ursulinas
con la oblea en la boca.
1977, mal año, lleno de muertes y
falsas ilusiones.
Ver la película, ahora, en el 2012,
era como ver una de marcianos; parecía que todos habíamos sido abducidos.
Cuántas cosas prometidas y soñadas.
¡Maldito país!
Un país que no existe,
sólo una cochiquera.
Imagen Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y X-C
Diálogos Sacristán y Faltoyano de José Luis Garci,
Asignatura Pendiente, 1977
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