viernes, 9 de noviembre de 2012

Nuria y Héctor. Asignatura Pendiente

















Nuria y Héctor están cenando en el salón, de fondo la televisión. Están echando Asignatura Pendiente, no pensaban verla pero se enganchan.


NURIA: Mira lo que ponen, una de Garci, ¡qué antigua, del 77!

HÉCTOR: Esa la puse yo en el cineclub del instituto y nos la quisieron censurar.

N: Es que tú eres muy de cineclub.

H: Me gustaba mucho el programa de cine de Garci, la pena son sus películas, salvo El crack, con Alfredo Landa.

N: Tú siempre tan anticuado, quién se acuerda de ese programa ahora.

H: Es que para uno decente que hubo. Y no fue hace tanto tiempo, hará cinco o seis años; tengo alguno grabado, ya ves.

N: Sí, porque el resto de la humanidad no sabe de cine, claro, necesitas invocar a los espíritus.

H: Es que las películas que hacen cada vez se parecen más a una hamburguesa, lo único de carne que tienen es el ketchup.

N: Dirás las que emiten, porque ahora se realizan muy buenas películas, yo no echo en falta el tiempo pasado. Paso de la nostalgia.

H: ¿Nostalgia? sólo la tuve cuando era un adolescente y nos trasladamos de ciudad.

N: Lo de cualquier tiempo pasado fue mejor es una solemne mentira.

H: Sobre todo cuando montes la comuna.

N: Ya quisiera yo tener veinte años ahora, a pesar de la que está cayendo.

H: Si, y estar en paro en casa de tus padres hasta los treinta.

N: A pesar de todo acabas saliendo adelante, es coyuntural.

H: Coyuntural de la muerte, todavía se ahorcó hoy un librero de cincuenta años antes de que lo embargasen.

N No hablo de los de cincuenta, me refiero a los de veinte.

H: A los veinte se iba a la mili, tenían un año de penitencia por ser español.

N: Mira José Sacristán qué joven en Asignatura Pendiente, tiene los mismos tics de esa época, qué bien conseguido.

H: Es verdad eso que dices de los tics, eran los de entonces, los tíos eran así de chulos, ahora tenemos otros.


SACRISTÁN: No creas que soy un cínico pero te hablo en serio eh, palabra. Creo que acostarnos tú y yo sería como, a ver si me explico, sería como recuperar algo que debimos hacer y que no hicimos, quizá porque era otra época y todo era distinto. Nos han robado tantas cosas. Las veces que tú y yo debimos hacer el amor y no lo hicimos. Los libros que debimos leer, las cosas que debimos pensar, qué se yo. Pues eso, todo eso es lo que no les puedo perdonar. No sé pero me parece que escomo si nos hubiera quedado algo colgado, como aquéllas asignaturas que quedaban pendientes de un curso para otro. Como si no hubiéramos acabado la carrera.


N: El machismo los vestía así ¿Te acuerdas de Fiorella Faltoyano? Mira, aquí dice que tiene complejos.


SACRISTÁN: Nuestra primera ducha juntos, ¿no te importa verdad?
FALTOYANO: No, si yo creo que a mi ya no me va a importar nada, y si yo te contara…
S: Cuenta, cuenta, pero dame el jabón.
F: Tú no sabes la de complejos que tenía yo.
F: Pues la noche de bodas, estaba yo en el baño arreglándome y todo eso y tenía unas ganas tremendas de hacer pis.
S: ¿De qué?
F: De esas veces que te has estado aguantando toda la tarde. Paco ya estaba en la cama y yo no me atrevía a hacerlo.
S: ¿Por qué?
F: Porque se oía el ruido.
S: Ah.
F: Y se iba a romper todo el encanto hasta que se me ocurrió llenar el bidé y allí lo hice, una tontería, bueno pues es así.


N: Sí, eso no ha pasado de moda, seguimos igual.

H: Parecido, hay películas porno para instruirse.

N: Pero con guiones de transportistas, todo falso. Ahora se empieza a hablar del placer de la mujer y aún con reticencias.

H: ¿Esos orgasmos que decíais que teníais en la cama?

N: Orgasmos fingidos y dañinos. Aquí quien desenmascara el pastel es Fiorella y encima se da cuenta de su propia situación. Eso si que lo veo valiente y en esa época, donde la mujer era un cero a la izquierda.

H: ¿El qué? Ponerle los cuernos al marido es más viejo que Carracuca.

N: No me refiero a los cuernos en sí, sino a que se atreve a  entrar al trapo a Sacristán, que es distinto.

H: Bueno Sacristán es el típico que quería cambiar el mundo y al final lo único que hace es cambiar sus ideales por tener un buen coche y una amante, las cosas que él tanto criticaba.

N: Abrirse a lo nuevo suponía cumplir con todos esos topicazos, lo que pasa es que hoy lo vemos rancio y trasnochado.

H: Ellos al menos tienen el ideal de cambiar las cosas, ahora en cambio no queremos cambiar nada, lo único que queremos es el coche y la rubia, eso es lo que nos han enseñado. Se acabó el ideal.

N: Y los traumas y complejos de los que hablan en la ducha siguen tan vigentes pero consiguen ridiculizarlos.


F: Me voy a duchar.
S: Un momento, un momento que es mi sueño dorado, ¿tú no veías en las películas  que la gente después de pasarse media vida en la cama se levantaban así, con las sábanas hasta el cuello? Pero sin mirarme, que tampoco se miraban. Es que nos han engañao con todo.


H: No creo que los ridiculicen o que Garci quisiese ridiculizarlos. Treinta años después cuando miras a tu alrededor no veo a gente tan moderna como Sacristán, o al menos comprometida.

N: Las normas las siguen dictando los mismos. Son los que contratan, los que despiden…

H: Todo tiene que cambiar para que todo siga igual, ya lo decía Julio Iglesias: la vida sigue igual.


N: Tratan de mantener el modelo familiar  y lo que supone; cómo tiene que ser ella, cómo debe ser él… Vivimos encorsetados.



Siguieron viendo Asignatura Pendiente como si fuera El hombre y la tierra.
José Sacristán parecía el sumo sacerdote, ella, en cambio parecía una más, como recién salida de las ursulinas con la oblea en la boca.
1977, mal año, lleno de muertes y falsas ilusiones.
Ver la película, ahora, en el 2012, era como ver una de marcianos; parecía que todos habíamos sido abducidos.
Cuántas cosas prometidas y soñadas.
¡Maldito país!
Un país que no existe,
sólo una cochiquera.


Imagen Natalia Pastor
Texto Roxana Popelka y X-C
Diálogos Sacristán y Faltoyano de José Luis Garci,
Asignatura Pendiente, 1977

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