Rudyard Kipling (1865-1936), el bardo del Imperio Británico, escribe los versos de El vampiro en 1897, el mismo año en que Bram Stoker (1847-1898) publica el paradigma del género, Drácula. Dice que ha sido inspirado en el cuadro que Philip Burne-Jones (1861-1926) acaba de pintar a su amada, la actriz de moda en Londres, Patrick Campbell. El exitoso pintor era hijo del reconocido artista inglés, Sir Edgard Colley Burne-Jones (1833-1898), uno de los creadores de
El vampiro, Rudyard Kipling
Un idiota había que rezaba
(igual que tú y yo)
a un trapo y a un hueso y a un mechón de pelo
(le llamábamos la mujer despreocupada)
pero el idiota te llamaba su dama perfecta-
(igual que tú y yo)
Oh, los años perdidos, las lágrimas perdidas
y el trabajo de nuestra cabeza y mano
pertenece a la mujer que no sabía
(ahora sabemos que no podía nunca saber)
y no comprendíamos.
Un idiota había que sus bienes gastaba
(igual que tú y yo)
honor, fe, una tentativa segura
(y no sólo era eso lo que la señora quería decir)
pero un idiota debe seguir su instinto natural
(igual que tú y yo)
Oh, el trabajo perdido, los tesoros perdidos
y las mejores cosas planeadas
pertenecen a la mujer que no sabía por qué
(ahora sabemos que no sabía nunca por qué)
y no comprendíamos.
El idiota reducido fue a su pellejo idiota
(igual que tú y yo)
lo que puede ella haber visto que le dejó de lado-
(pero no recuerda nadie cuando la dama lo intentó)
así algunos de ellos vivieron, la mayoría han muerto
(igual que tú y yo)
Y no es la vergüenza ni la culpa
que hiere como un tizón al rojo-
se llega a saber que ella nunca supo por qué
(viendo, al fin, que no pudo nunca saber por qué)
y nunca pudimos comprender.
Un idiota había que rezaba
(igual que tú y yo)
a un trapo y a un hueso y a un mechón de pelo
(le llamábamos la mujer despreocupada)
pero el idiota te llamaba su dama perfecta-
(igual que tú y yo)
Oh, los años perdidos, las lágrimas perdidas
y el trabajo de nuestra cabeza y mano
pertenece a la mujer que no sabía
(ahora sabemos que no podía nunca saber)
y no comprendíamos.
Un idiota había que sus bienes gastaba
(igual que tú y yo)
honor, fe, una tentativa segura
(y no sólo era eso lo que la señora quería decir)
pero un idiota debe seguir su instinto natural
(igual que tú y yo)
Oh, el trabajo perdido, los tesoros perdidos
y las mejores cosas planeadas
pertenecen a la mujer que no sabía por qué
(ahora sabemos que no sabía nunca por qué)
y no comprendíamos.
El idiota reducido fue a su pellejo idiota
(igual que tú y yo)
lo que puede ella haber visto que le dejó de lado-
(pero no recuerda nadie cuando la dama lo intentó)
así algunos de ellos vivieron, la mayoría han muerto
(igual que tú y yo)
Y no es la vergüenza ni la culpa
que hiere como un tizón al rojo-
se llega a saber que ella nunca supo por qué
(viendo, al fin, que no pudo nunca saber por qué)
y nunca pudimos comprender.
Theda Bara (1885-1955) llegó a Los Ángeles en 1914, y empezó a trabajar como extra hasta que la mujer de William Fox decidió apostar por ella a pesar de su edad (treinta años eran demasiados años para una estrella).
La que eligieron para que fuese su
primera película, había sido un éxito en Brodway y el mismo escritor, Porter
Emerson Browne, la había convertido en novela en 1909. Su título de A fool there was (Fue un tonto) lo
había sacado del primer verso de The vampire, el poema de Kipling.
La vampiresa era un ser un humano, ya
no un demonio pero aún así la historia rebosaba dramatismo.
Por primera vez se utiliza la palabra
"vamp", el apócope de “vampire” es una palabra que define no solo al monstruo,
sino a cierto tipo de mujeres, la “femme
fatale”, la mujer fatal que enamora y destruye. Theda será el rostro que
encarne este nuevo arquetipo.
Al final de Fue un tonto, él se arrastra al borde del suicidio, ella se acerca
y le habla al oído: "Kiss me, my fool…"
Theodosia Goodman pasará a ser Theda
Bara, el anagrama del término "Arab Death", la "Muerte
Árabe". La mujer de Illinois fue alojada en suites de hotel convertidas en
jaimas donde seducía a los periodistas mientras engordaba la leyenda.
"La más célebre de las
vampiresas, en el papel más osado, provoca la ruina y toda clase de desastres a
miles de hombres". Ese era el cartel de la pelicula. Fue la primera estrella
del firmamento de Hollywood, el primer monstruo parido de su laboratorio, la
hija de una bohemia artista francesa enamorada de un jeque árabe.
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