Dérmico I, Natalia Pastor
He volado tan alto, he subido a lo más alto, me he dicho lo
que no me han dicho, me he escondido entre las nubes y algunas noches me he
refugiado en la orilla de tu regazo. Ahora el tiempo ha venido a buscarme, no
me ha preguntado nada, no ha pronunciado ninguna palabra, tan solo me ha mirado
con sus ojos de muerto y me he mareado al mirar, me he visto a mi misma de niña
corriendo entre las fábricas, oliendo las vacas, escuchando las palabras de las
ancianas. He mirado como me calzaba las katiuskas para ir a la escuela, como
colaba la leche para tomar el colacao, como lloraba cuando me caía de la bici y
sangraba por las rodillas. Me he visto desnuda en la cama, en verano, cuando
soñaba contigo, han pasado muchos días ya, años, y me veo vistiendo a mi hija,
me veo hirviéndole la leche para que tome el colacao y escucho palabras de
vieja que ahora son mis amigas, soy yo quien le digo cosas a mi hija, y quien
espero sentada en la salita a que él llegue. La casa que antes me parecía tan
grande ahora me parece pequeña y sin luz, y aunque sigo jugando al escondite ya
no me gusta hacerlo, tampoco me gusta cuando siento cuando llegas a casa, ni
cuando me escondo en el baño para no tener que darte un beso cuando te marchas.
Tampoco me gusta coger el teléfono y oír a mi madre como si fuese de otro
planeta repitiéndome las mismas cosas que me repetía cuando yo era pequeña,
aunque ya no me habla de padre y de cómo la hacía sufrir. Cuando me escapo
entre las nubes a veces miro hacia abajo y veo como van a trabajar y como
muchos otros se quedan en las plazas. Yo también estuve allí, viendo pasar los
días como si no fuesen míos, como si yo no fuese la que allí estaba, entre
ellos sin hacer nada, no había trabajo, eran días de esperar, sólo esperar,
ahora que pensé que aquello había terminado ha vuelto. Vuelvo a ver cada vez
más gente en las esquinas, compañeros que ya no tienen donde ir, y hombres y
mujeres que se ven acabados a mitad de la vida y cada vez más jóvenes que ni siquiera
han empezado.
Cuando llueve las nubes se desinflan escupiendo un polvo
gris sucio por todo el pueblo, es como si el cielo nos devolviese la tierra que
le quitamos a la Tierra
y así nos erosionamos unos a otros, rascándonos la piel, quitándonos lo que no
tenemos, queriendo ser lo que no somos.
Todo esto me trae recuerdos. Recuerdos de mi vida, de la Cuenca, de las cosas tal y como eran entonces. Recuerdos de lluvia. De ilusiones. De ensayos en casas de nadie con los dedos morados de frío. Con la humedad metida en el cuerpo y la electricidad en las venas. Con la piel como única defensa ante todo lo que estaba por llegar. Reconociéndonos en el No Future pero luchando contra él. Hoy todo vuelve otra vez. Llueve y seguimos igual. Desnudos. Dérmico. No future.
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