El río, subiendo el río, o
bajando el río.
Xana, ¿qué buscas?
El bosque, perdido en el
bosque.
Una cruz, un suicida en un árbol.
Baja la niebla, no se ve,
sólo sonidos de la selva: las hojas, un búho silencioso, la madera escarbada
por legiones de insectos.
Pisadas entre las hojas,
ranas que saltan y un rayo de luz que asoma por entre las copas de los árboles
iluminando un pequeño claro con un montículo en el centro, como si fuesen las
ruinas de un viejo castro. Suenan allí hogueras de calma y las noches de
invierno, y la hierba que brota entre los huesos de muertos.
Escuchamos el canto de las sirenas
y campanillas que tintinean como si fuesen estrellas.
El sonido de la guitarra
intenta penetrar las sombras, sale el sol.
Rojos, amarillos, negros,
manchas de colores como manchas de sonidos; el bosque nos llama.
Aparecen las brujas, los
perros aúllan.
Se aceleran los latidos del
corazón.
Y me hundo en el lago, en tu
busca.
Escapo en tu busca.
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