miércoles, 8 de febrero de 2012

INTROITO



Me has vuelto a traicionar, despacio la noche se fue al río como el perro a la correa de la que morir ahorcado. El calor insoportable era como el frío de tus calcetines en la noche. Aquel oasis de tristeza y soledad. Tu cara un espejo de barro, ya no quedaba nada, nada. Tu voz se fue convirtiendo en un estercolero donde mi vida se iba aplastando y sobre la que buscabas, ya no se lo que buscabas entre mis restos, ya no tenía velas para que soplases, ni tan siquiera mástiles, los huesos se habían derrumbado sobre la cubierta y solo las hienas rebuscaban... como cerdas en el fango.

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