miércoles, 11 de junio de 2014

Tengo tu amor congelado en un bolsillo del pantalón
















foto X-C



Tengo tu amor congelado en un bolsillo del pantalón
y lo saco cada poco para poder verte.
Un amor de película,
con Robert Stack, borracho, estrellando la botella contra la pared,
estrellándose con su biplano contra el suelo.
Un amor tan ardiente como el último glaciar,
a fin de cuentas... ¿no está hecho el infierno de hielo?
¿no es allí donde pena la Criatura devorada por su amor (inútil, maldito)?
El amor como una larga noche
donde tú me hablas entre las sábanas
y yo me dejo acariciar por tus palabras
como si fuesen las alas de un ángel.
Tú me dices mientras te doy la espalda
para que no me veas llorar
al sentir tu piel y escucharte.
Tengo que dar la vuelta para besarte
y no pensar, tan solo quererte.
No hay ni una nube gris entre los pinos,
y todos los sueños de futuro,
como si fuesen verdad.
Pero la verdad es invadida por lenguas de fuego,
de realidad y números que yo no comprendo.
Ahora realizo portentos,
me destruyo sin piedad,
recuerdo cada noche
y el tiempo de los besos.
Cada día queda menos de mí en mí,
el corazón se arruga lleno de horror,
está harto y no comprende
porqué le he fallado.
Sabe a donde voy,
como aquel avión en blanco y negro
y una explosión de fuego.
Menos mal que tengo tu amor congelado
en un bolsillo del pantalón
y lo puedo sacar a cada poco,
como si buscase la hora en el reloj
de cadena de mi padre,
y lo contemplo tan hermoso
que sigo andando,
a pesar de haber muerto
el verano pasado.


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