Te amo tanto como si no existiese la luna, como si no hubiese olas en el mar, como si tu sonrisa fuese el único valor, como si al llegar a casa me desnudase para ti, como si los sueños fuesen todos tu nombre.
Te amo tanto que al desmayarme recuerdo cada rincón de tu piel, cada palabra dicha, cada beso, cada dedo sobre mi piel. No puedo saber nada que no sean tus labios y el valor de tus palabras, cuando te acunaba en la mesa, cuando dormías sobre mis piernas. La yema de mis dedos siguen recordando el suave roce de tu cerebro y todo el futuro que tenia en mi, que tenia en tus ojos cuando me mirabas, y la puesta de sol con todos aquellos pájaros volando hacia Marte y tu voz al otro lado de la habitación, te apretaba en el frió como un cuento de lobos, me mordía, me mordía.
No hay ningún paso, toda la ciudad eres tú, igual que la noche son tus besos, las aceras son tu mano en la mía, tus ojos, y tu voz diciéndome, siempre hablando, siempre juntos, tan flaca, y mis manos suplican por ti como si fueses su lienzo, su poema de amor y confianza. Ahora lloran, se retuercen la una a la otra, las dos se insultan, riñen todo el rato, pobres… te echan tanto de menos, recuerdan tu piel como si fuese el mapa de mi pirula adolescente.
Mis manos como si fuese mi lengua la que tengo que morder, para no decir tu nombre, el nombre de mis sueños, el nombre de mis deseos y el lago donde me hundía cada noche en el tesoro de tu piel y tu voz. Te quiero tanto que pienso que no puedo morir para que no desaparezcas, para que no te olviden, no puedo creer que el sol sea capaz de apagar aquello, Ahora me hundo en un barco sin piloto y rezo al diablo que perdone mi amor, y aunque tu no lo sepas he arrastrado tu cuerpo, he usado tu alma, he mirado en tus ojos, he acariciado tus fotos, he soñado tu sexo y he acariciado cada segundo de los dos. No me digas nada, ya lo se, ya lo se todo, pero date cuenta de cómo te quiero y de cómo siento; ya estoy metido en la noche, ya es tarde, y nada que recuerde nuestra cama, el maldito teléfono que no suena y todos los sueños convertidos en estatua de sal porque un día decidí ser Jasón, me sumergí en el infierno. Ahora ya es tarde, te has ido como una V2 y yo sigo en Berlín esperando…
Recuerdo cada paso, cada caricia, el despertador y los desayunos de kivi y frío, luego llegabas entre zapatos, un soplo en los labios y el cielo azul.
Y la noche como si fuese mi muerte.
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