Alex Katz
(Brooklyn, 1927) muestra en la Galería Javier López de Madrid un conjunto de sus
últimas pinturas en Maine, el verano pasado. Summer in Maine refleja estas vacaciones en su tradicional grupo de
modelos: su mujer Ada y sus amigos, también el paisaje que los acoge.
─Mi verano se extiende hasta noviembre, que
es cuando suelo acabar, ya en Nueva York, los cuadros que empecé en Maine. allí
sólo tomo apuntes, de muchas cosas, y luego esos apuntes van evolucionando. Es
el propio cuadro el que decide su tamaño final. La luz de Maine me gusta mucho, es diferente, muy diferente a la de
Nueva York. Desde la primera vez que fui allí decidí que no quería dejar de
verla el resto de mi vida.
De esta
manera, como si estuviese haciendo acopio de recuerdos con una cámara
fotográfica, Katz plasma lo que le rodea: su familia y su círculo de conocidos
y su entorno. El Soho en Nueva York y los paisajes y las playas de Maine en
verano.
─Esa fue mi intención desde siempre:
convertir en universal algo tan pequeño como mi intimidad.
Katz, que
dice ser el autentico creador del Pop Art, se caracteriza por su inconfundible
estilo realista a caballo entre el cómic y el pop. Sus líneas sencillas y sus composiciones
planas, con un unos colores básicos pero matizados, que ocupan grandes lienzos
en los que los personajes se abstraen sobre los fondos planos, esto lo lleva,
en los años 60, a
recortar sus retratos sobre madera con la forma de las siluetas, como si fuesen
iconos bizantinos, aunque en vez de santos y reinas pintase los personajes de
Antonioni en La noche o en Blow-Up.
─Y lo que me ocurrió con Picasso es que
estudié su obra mucho tiempo y empezó a parecerme parte del sistema. Le
admiraba, pero me di cuenta de que tenía que salir de ahí y liberarme, tomar
aire, y pertenecer a mi tiempo, no al suyo. Tenía que dejar su valía como parte
de mi subconsciente y que sus formas esquemáticas estuviesen presentes aunque
de una forma no opresora.
Como no podía competir con sus
genialidades me dediqué a competir con sus debilidades. Picasso no pintó
grandes formatos ni paisajes, y yo encontré ahí mi camino para liberarme.
También con los temas: dediqué muchos años para pintar sólo las formas de la
calle, no era tiempo de hacer bodegones, y tampoco podía superar los suyos.
Además, había muchos intentando hacer lo mismo que él.
Cuando en
Estados Unidos, a finales de los cincuenta, arrasaba el Expresionismo
Abstracto, Alex Katz buscó otra manera de expresarse anticipando el Pop Art
mediante un lenguaje personal que aunaba la abstracción bidimensional con lo
figurativo y el realismo de posguerra, un estilo que Katz definió como
“totalmente americano”.
─La
abstracción es el drama de mi pintura. Aprendí bajo el ala paternalista de los
abstractos, pero en realidad lo que quería era descolgarlos del muro.
Utiliza el
gran formato, como los pintores del expresionismo abstracto, y la superficie
plana del lienzo en la que refleja la luz, pero también se refiere a los mass media: el cine, la publicidad, el
cómic, la fotografía… que le acercan a una generación de artistas más jóvenes.
Y no duda en usar colores planos y brillantes para relatar la vida cotidiana de
la sociedad norteamericana.
─Yo inventé el arte pop y luego otros me
quitaron la comida. A finales de los años 50 empecé a pintar fondos planos
cuando nadie lo hacía porque quería hacerlo de acuerdo con mi tiempo, y me
inspiraba en el cine, las revistas, la televisión. Quería liberarme, hacer algo
vivo y para eso debía mirar fuera del arte. Por entonces, no había ningún
movimiento pop, éramos muy pocos los que pintábamos así, y entré en contacto
con Robert Rauschenberg y Jasper Jones. Quedábamos para cenar y para
hablar de pintura porque hacíamos casi las mismas cosas, pero sin preguntarnos,
y no había ningún movimiento. Ya entonces ellos pintaban con pincelada blanda,
desvaída, y yo marcaba los contornos sobre el fondo plano. Así que,
¿molestarme? Ya soy un hombre mayor...
Sus retratos
sus elegantes figuras se han convertido en iconos de la modernidad. No busca el
realismo de los rasgos físicos o hacer un retrato psicológico del modelo, los
pinta en una única sesión y el personaje nos mira o nos da la espalda con desvergüenza,
con familiaridad, lo que nos hace sentir muy cercano al retratado.
─Me interesa la poesía. Me gustaba la música
en los 50 y la poesía en los 60. Stan
Getz, Lester Young, Charlie Parker, Miles Davies, John Ashbery, Kenneth Koch,
Frank O'Hara…
La
simplificación del paisaje, reduciéndolo a objetos, a plantas, a flores, lo
lleva a su mínima expresión mediante una perspectiva bidimensional, pero
intensa y poética, aunque carente de melancolía.
─Mi obra habla del presente, mi tiempo es el
presente. No hay narrativa, no existe pasado. Nada de lo que vemos en ella
desaparecerá.
Sus flores
recuerdan la grafía de la pintura tradicional japonesa, con su búsqueda de la armonía,
en la composición, y del lirismo conseguido a través del color; a la vez que
casi se disuelven, de tanto simplificarse, en la abstracción.
En los
paisajes, plenos de color, refleja el paso del tiempo como hacía Monet; la
repetición de motivos nos recuerda lo efímero de la vida. ─Mi pintura es para el tiempo presente, para eso pinto, para el momento. Hay quien lo hace para el mañana y yo para el hoy, como si fuera la música. La pintura es muy técnica, muy remota y mi preocupación es conectarla con el presente. Quiero que suene a jazz. La eternidad sólo existe en el presente.
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