Y después de subirme a las alturas del Arte, me deja caer contra el suelo, abandonándome en esa sima donde los amantes penan por no haber sido amados. Las heridas se abrirán cada día con el Hastío de saber que no hay futuro sino hay ideal. El tiempo corromperá la belleza y la noche ahogará el llanto.
Charles Baudelaire.- Las flores del mal.
ResponderEliminarLa destrucción.
A mi lado sin tregua el Demonio se agita;
En torno de mi flota como un aire impalpable;
Lo trago y noto cómo abrasa mis pulmones
De un deseo llenándolos culpable e infinito.
Toma, a veces, pues sabe de mi amor por el Arte,
De la más seductora mujer las apariencias,
y acudiendo a especiosos pretextos de adulón
Mis labios acostumbra a filtros depravados.
Lejos de la mirada de Dios así me lleva,
Jadeante y deshecho por la fatiga, al centro
De las hondas y solas planicies del Hastío,
Y arroja ante mis ojos, de confusión repletos,
Vestiduras manchadas y entreabiertas heridas,
¡Y el sangriento aparato que en la Destrucción vive!
Baudelaire,esa voz lúgubre, de muerte, nuestra voz , nuestro silencio ...uno de mis poemas favoritos es ese que acaba diciendo "la esperanza,
ResponderEliminarvencida, llora, y la angustia atroz, despótica,
en mi cráneo abatido planta su bandera negra"
Cuando el cielo bajo y grávido pesa como una losa
sobre el espíritu gimiente víctima de largos enojos,
y que del horizonte abrazando todo el círculo
nos depara un día negro más triste que las noches;
cuando la tierra está cambiada en un calabozo húmedo,
donde la esperanza, como un murciélago,
se va batiendo los muros con su ala tímida
y golpeándose la cabeza contra los techos podridos;
cuando la lluvia extendiendo sus inmensos regueros
imita los barrotes de una vasta prisión,
y que un pueblo mudo de infames arañas
viene a tender sus hilos en el fondo de nuestros cerebros,
las campanas de súbito saltan con furia
y lanzan hacia el cielo un horrísono aullido
como los espíritus errantes y sin patria
que se ponen a gemir obstinadamente.
Largos coches fúnebres, sin tambores ni música,
desfilan lentamente en mi alma; la esperanza,
vencida, llora, y la angustia atroz, despótica,
en mi cráneo abatido planta su bandera negra
Cuando el cielo bajo y grávido pesa como una losa
ResponderEliminarsobre el espíritu gimiente víctima de largos enojos,
y que de el horizonte abrazando todo el círculo
nos depara un día negro más triste que las noches;
cuando la tierra está cambiada en un calabozo húmedo,
donde la esperanza, como un murciélago,
se va batiendo los muros de su ala tímida
y golpeándose la cabeza contra los techos podridos;
cuando la lluvia extendiendo sus inmensos regueros
de una vasta prisión imita los barrotes,
y que un pueblo mudo de infames arañas
viene a tender sus hilos en el fondo de nuestros cerebros,
las campanas de súbito saltan con furia
y lanzan hacia el cielo un horrísono aullido
como los espíritus errantes y sin patria
que se ponen a gemir obstinadamente.
Largos coches fúnebres, sin tambores ni música,
desfilan lentamente en mi alma; la esperanza,
vencida, llora, y la angustia atroz, despótica,
en mi cráneo abatido planta su bandera negra.
Cuando el dolor es grande Baudelaire, Rimbaud o Verlaine son las voces de nuestra voz rota, cuando ya no tenemos esperanza y la angustia aprisiona el corazón y ya no podemos pensar…ellos son el único consuelo, uno de mis favoritos es este que acaba diciendo “la esperanza, vencida, llora, y la angustia atroz, despótica, en mi cráneo abatido planta su bandera negra”, me identifico totalmente y también me siento cerca de este otro de tu entrada.
Baudelaire
ResponderEliminarLa muerte de los amantes
Tendremos lechos llenos de olores tenues,
divanes profundos como tumbas,
y extrañas flores en los anaqueles,
abiertas para nosotros bajo los cielos más bellos.
Aprovechando a porfía sus calores postreros,
nuestros dos corazones serán dos vastas llamas,
que reflejarán sus dobles destellos
en nuestros dos espíritus, estos espejos gemelos.
Una tarde hecha de rosa y de azul místico,
cambiaremos un rayo único,
como un largo sollozo cargado de adioses;
y más tarde un Ángel, entreabriendo las puertas,
vendrá a reanimar, fiel y gozoso,
los espejos empañados y las llamas muertas.
Creo sentir, a veces que mi sangre en torrentes
ResponderEliminarhuye de mi, en sollozos, como una fuente.
Oigo perfectamente su lamento penoso,
pero en vano me palpo para encontrar la herida.
Corre como si fuera regando un descampado,
y en curiosos islotes convierte el empedrado,
apagando la sed que hay en toda criatura
y bañando de rojo la palidez de Natura.
A menudo, también del vino he demandado
que aplaque por un día mi terror. ¡Pero el vino
torna el mirar más claro y el oído más fino!
Tampoco en el amor el olvido he encontrado:
ha sido para mí un lecho de alfileres,
hecho para saciar la sed de las mujeres.
Baudelaire
ResponderEliminarLa fuente de sangre
Me parece a veces que mi sangre corre a oleadas,
igual que una fuente de rítmicos sollozos.
La oigo bien que corre con un largo murmullo,
pero, me palpo en vano para encontrar la herida.
A través de la ciudad, como en un campo cercado,
marcha, transformando los adoquines en islotes,
aliviando la sed de cada criatura,
y por todas partes colorando de rojo la naturaleza.
He implorado a menudo a los vinos embriagadores
que adormecieran sólo un día el terror que me consume;
¡Qué el vino hace ver más claro y afina más el oído!
He buscado en el amor un sueño olvidadizo;
Mas el amor no es para mí sino un colchón de agujas
¡Hecho para dar de beber a estas crueles mujeres!